El Diario Secreto de Estefi: Día 4
¿Qué es una emoción?
Una emoción, nos invita a ponernos en acción. Por lo que podemos decir que la emoción, es una predisposición a la acción.
Emoción, viene del latín; “Emovere” (mover hacia afuera); es decir, “lo que me mueve”, “lo que me pone en acción”.
La base principal en mis años de vida, es la emoción. La sensación y emoción con la que vivo.
Cualquier hecho que ocurre a mi alrededor, debe hacerme sentir emoción, porque de no ser así, decido que por falta de ella no merece la pena experimentarlo.
Es un pequeño aprendizaje diario y constante, es sencillo sentir alegría, entusiasmo o ilusión, pero, ¿qué ocurre cuando el cuerpo se embarga de culpa, tristeza o incertidumbre?
Toda emoción llega para decirte algo, el mejor consejo que puedo darte es que lo escuches.
Acepto mi tristeza, porque me pone en contacto con la pérdida, si me doy el tiempo suficiente para estar en silencio con ella, puedo permitir aceptar que algo se ha ido.
Pues dicho esto, me traslado al 29 de febrero de 2016, a decir verdad, ha sido el febrero más intenso de mi vida.
Había acudido a varias consultas de neurología, y justo ese día me daban los resultados de la primera resonancia magnética que me habían hecho.
Para nada podía imaginar la noticia que venía, a pesar de ser consciente que algo en mí no funcionaba correctamente.
Nada más abrir la puerta de la consulta, escucho la siguiente frase: “Ay! Estefanía, la sesión de fotos no ha salido como se esperaba”; me eché a reír y es que, si me dicen que mañana se acaba el mundo, seguro que me río también.
Igualmente, seguía sin imaginar la frase que venía después: “se han encontrado una serie de lesiones cerebrales, compatible con una enfermedad desmielinizante, con esclerosis múltiple”
No puedo decirte que sintiese que se paraba el reloj, en ese instante. Encontré la oportunidad de hablar de todos los síntomas que llevaba años padeciendo, mientras hablaba y explicaba, el doctor asentía continuamente y encontré paz, por primera vez en mucho tiempo.
No sé, creo que mi lado del “puedo con todo, esto no es nada para mí” no me dejaba reaccionar. Veía a mi familia llorar, y recuerdo mirar hacia todas partes buscando el motivo.
Quizá estaba experimentando un gran “Shock” y no me permitía ponerme a llorar. De verdad que no lo sé, de hecho, a veces, cuando recuerdo aquel momento o bien se lo cuento a otra persona, me asombro de esa reacción tan despegada a la noticia.
La consulta no terminó aquí, le hablé de que estaba teniendo un brote y su respuesta fue: “Sí, salen lesiones muy “brillantes” y todavía no han alcanzado el pico, no puedo decirte si irá a más, y como se va a desarrollar el brote”
A todo esto, estábamos a 29 de febrero y el 2 de marzo me iba a Ámsterdam, así que ni corta ni perezosa le dije:
– Por favor, dame lo más fuerte que haya, que yo me voy de viaje.
Él insistía en el grave error de viajar, que tenía que quedarme ingresada.
No, no me quedé…después de todo lo que habíamos hablado en consulta, las ganas de coger una maleta e irme aumentaban por segundos.
Con una buena regañina de por medio, conseguí que el ingreso se hiciese a la vuelta del viaje.
Me fui…
No sé, si podrás imaginar todas las emociones que tenía cuando llegué al aeropuerto.
Alegría porque iba al lugar que quería, tristeza porque había perdido lo más importante que se pueda tener: salud, y mucho miedo; quizá no tanto el hecho de irme en pleno brote, ni las consecuencias que pudieran surgir; a los problemas soluciones…tenía miedo.
Miedo porque me sentía súper perdida, sabía cómo había sido mi vida hasta aquel momento, pero, ¿cómo sería en adelante?
Era muy difícil guardar todas esas emociones y sensaciones que estaba sintiendo. No quería olvidarme nunca de ellas, pues sabía que marcaban un “antes y un después” en la historia de mi vida.
Toda esa adrenalina de emociones que llegaban se iban llamando a otras, tenía que fotografiarlas; como no podía, la foto me la tomé yo, sonreía.
Cuando creo que no puedo, veo esa foto, para recordarme que sí, que sí puedo.
Creo que esta parte de la historia de mi vida, es la que mejor refleja mi personalidad y carácter.
Me arriesgué a pesar de todo, me lo pasé muy pero que muy bien y no dejé de reírme.
Porque, como dijo Charles Chaplin: “Un día sin risa, es un día perdido”
Creo que ese viaje, fue el mejor tratamiento que pudo tener ese brote.
Me pregunto si tú, escuchas tus emociones, si les prestas atención.
¿Qué parte de la historia de tu vida, marca un antes y un después?; ¿Cuál ha sido hasta ahora tu mayor quiebre? y… ¿Cómo has decidido enfrentarlo?
¡Hola amiga!,
Soy Estefanía Moreno (EM), comparto siglas con el mayor reto de estos últimos 8 años; Convivir con esclerosis múltiple (EM). A veces, pienso que estábamos destinadas a estar juntas.
Cargadita de emociones, sentimientos, sensaciones, se me ocurrió crear un perfil (@reflexionann-do), en el que poder conocer a otras personas, con las que compartir todo lo que sentía. Tanto me gustó sumergirme en mis propios pensamientos y empatizar con el resto, que me animé a estudiar Coaching Ontológico.
Entre todo lo que soy o creo ser; por ahora estudiante, intento de nadadora y bachatera.
Me encantaría compartir en esta sección, todo lo aprendido a lo largo del tiempo, de cada caída y puesta en pie, mis reflexiones y la gran importancia de las emociones.Puedes seguirme cada semana en mi sección: “El Diario Secreto de Estefi”.
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