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El Rincón de las Letras: Quinta Disnea

El Rincón de las Letras: Quinta Disnea

[Quinta disnea]

Y de repente, la música se detiene. Nunca se ha detenido, ninguna noche desde que Xana había probado la alegría del pub Nonit y de Ezzek.

Alguien patea la puerta del pub, que cae con un ruido sordo. Luego, las luces parpadean, se apagan, y se ve un flash blanco. Un grito, otro, y descontrol. Xana cae al suelo y alguien le pisa la cara y el estómago. Consigue levantarse de milagro, mientras los chispazos blancos de las armas de los Neones, que emiten ruidos tronadores, iluminan parcialmente los rostros asustados de los pestilentes. Xana se corta la mano con una botella rota y se deja arrastrar por la multitud hacia la puerta trasera. Más disparos. 

Correr nunca ha sido tan angustiante, ni siquiera en Avvernie. Había escapado de ese infierno para no morir y, ahora, la muerte la persigue. ¿Cómo les han descubierto? ¿Ha sido por su error? 

Las calles de madrugada son iguales la una a la otra. Acaba por separarse del grupo. Los Neones están por todas partes, y sus uniformes morados son un destello en mitad del negro. El alcohol la ha aturdido. Acaba en un callejón sin salida, y cree ver el morado de los Neones en los crisantemos del precioso balcón que le corta el paso. 

Va a morir allí.

Oye pasos acelerados y mira alrededor. Solo unos cartones, una escalera que desciende hacia una puerta cerrada y un contenedor. Se mete detrás del contenedor, mezclándose entre bolsas de basuras con olor a pescado. Un Neón se acerca. Su arma desprende un aroma ahumado. Xana piensa en matarle; ya lo había hecho en Avvernie y no había sido tan difícil. Si sale en ese momento, de la nada, quizá pueda clavarle la navaja en el cuello. Quizá pueda…

—Eh, tú, sal de ahí.

Xana se queda paralizada. El Neón avanza y pasa por su lado, en dirección a las escaleras. Entre basura, Xana observa cómo el guardia agarra del cuello a un vagabundo desdentado. Le tira al suelo delante de él. El hombre está temblando.

—Eres de ellos, ¿no? De los de fuera.

—No.

—¡Que si eres de fuera!

—Llevo viviendo aquí toda mi vida. ¡No me mate, por favor!

Xana se lleva la mano a la boca y aguanta la respiración. Le reconoce, le ayudó durante sus primeros días a encontrar el pub Nonit. El Neón apunta su arma hacia el hombre, que se tapa la cara con los brazos.

Es ahora o nunca.

Nunca. 

El chispazo alcanza al hombre. Xana aprovecha la luz para salir corriendo. El Neón no puede reaccionar a tiempo para disparar de nuevo, y Xana consigue escapar del callejón. En su mente queda guardada la imagen del vagabundo, humeante, y el sonido de su último aliento.

Podría haberle salvado si hubiera respirado un poco antes.

La madrugada es eterna. Corre sin descanso. Se ha dado la “alerta morada” y toda la planta baja de Gran Silé está infestada de guardias. No hay gente por las calles, ni risas, ni besos 

Ya solo camina. Le duelen las piernas y el pecho. Esquiva las luces de las farolas pegándose a las fachadas y escondiéndose en calles estrechas. Descubre que el suelo no es seguro cuando ve más de dos cadáveres, así que se cuela por una escalera de emergencia y sube a la azotea de un edificio. Más allá de la muralla se empiezan a ver los primeros rastros de amanecer. Se esconde tras un depósito de agua y le pide a su abuelo que, allá donde esté, le ayude. 

No sabe cuánto tiempo ha pasado cuando la puerta interior de la azotea se abre y escucha pasos que se acercan. Xana aguanta la respiración. Sale el sol.

Alba Ardea

Alba Ardea

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Soy Alba, tengo 22 años y me describo como un intento de escritora y artista en proceso. Actualmente curso cuarto de Bellas Artes y sigo escribiendo sin parar mi tercera novela. Me encuentro dividida y aferrada a mis dos pasiones: la escritura y el arte plástico, y son de estos dos mundos, tan vastos como interesantes, de los que más voy a hablar y compartir en “El Rincón de las Letras”.

Sigue Cotilleando...

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