Siguiendo las Modas: Al Super a Ligar

¡Hola, querid@ lector@ de las buenas rias!

Aquí de nuevo, Elena Ramírez, siempre en búsqueda de la próxima gran aventura, y hoy te traigo el relato de mi incursión en el último grito de la moda para ligar: ¡el supermercado!.

 Sí, has oído bien. Al parecer, el nuevo club de moda no tiene DJ ni pista de baile, sino pasillos de verduras y conservas. ¡Vamos allá!

Acto I: Preparativos para la Cita con la Compra

Dicen que si quieres encontrar amor en estos días modernos, debes dirigirte al supermercado más cercano, coger una piña, colocarla boca abajo en tu carrito, y pasearte por las secciones como pez en el agua. Así que ahí estaba yo, en un Mercadona cualquiera a las siete de la tarde, armada con mi piña subversiva y una dosis saludable de escepticismo. 

Y te preguntarás, ¿Y por qué en un Mercadona cualquiera y no en el de al lado de tu casa?… pues es obvio, ¿no?… o tú te irías a poner una piña boca abajo, con tus mejores galas, a un sitio donde te vayan a ver todos tus “vecinos” y dónde tengas que estar dando explicaciones de qué haces con una piña, cuando te da “alergia” la piña… O peor… imagina que has encontrado al hombre de tu vida, chocas su carrito, y entablas conversación, y llega tu vecina preguntando por los niños, por tus cosas, o por temas que no vienen a cuento en una primera cita ocasional… 

Acto II: Navegando los Pasillos del Amor

Primero me dirigí a la sección de conservas, donde, según los urbanitas del ligue, buscas un amor duradero. Allí me encontré, contemplando latas de atún y pensando, “¿Es aquí donde encuentro a alguien con quien no caduque el amor?”. Me sentí tan ridícula, que salí corriendo.

Luego, con mi piña aún al revés (y ya atrayendo algunas miradas curiosas), me aventuré hacia la sección de frutas y verduras. “Amor fresco y para pasar el rato”, susurraban las lechugas y zanahorias. Pero entre más miraba las verduras frescas, más me convencía de que lo único que iba a llevarme a casa sería una ensalada para la cena, no un romance.

Acto III: El Intento en la Sección de Lácteos

Después, pensé que la sección de lácteos podría ser prometedora. ¿Quién sabe? Tal vez entre los yogures y los quesos podría encontrar a alguien con quien compartir un café… o un Actimel. Pero, ¿a quién estaba yo engañando? El único match que encontré fue entre el queso feta y unas aceitunas.

Acto IV: La Dulce Esperanza

No podía rendirme sin antes pasar por la sección de chocolates y dulces. Si hay algún lugar en un supermercado donde uno podría esperar un poco de dulzura romántica, es aquí. Sin embargo, mientras contemplaba si unos bombones podrían endulzar mi suerte, me di cuenta de que lo único que iba a conseguir era aumentar mi consumo calórico, no mi lista de prospectos románticos.

Epílogo: Reflexiones en la Caja

Finalmente, con mi piña aún boca abajo y un carrito lleno de metáforas no correspondidas, me dirigí a la caja. Pagué por mis compras, todas prácticas y ninguna prometedora románticamente. Salí del supermercado igual que como entré: soltera, aunque con ingredientes para una muy buena cena.

Reflexiones Finales

¿Qué aprendí de mi tarde buscando amor entre las ofertas del día? Que quizás el amor no se encuentra entre pasillos de un supermercado, sino en la aventura de vivir cada día con humor y esperanza. Y quién sabe, tal vez la próxima vez que alguien me hable de poner una piña boca abajo, será en una receta de cocina, no como técnica de ligue.

Y tú, ¿has probado ligar en lugares inusuales? ¿Algún éxito o es solo otro mito urbano más? ¡Comparte tus historias más alocadas en los comentarios!

¡Hasta la próxima actualización de “Elena Ramírez 360º”, donde seguiré explorando las curiosidades del amor y la vida, siempre con una sonrisa!