¡Navidad en Noviembre! Sí, estamos todos locos …
¡Hola, querida lectora!
Aquí Elena Ramírez, la que se adelanta a la Navidad mientras aún estamos a dieta de los excesos del verano. Y es que, en la familia Brady, cuando el calendario dice “Noviembre”, nuestras neuronas ya suenan a cascabeles. ¡Vamos, que empezamos a oír a Mariah Carey en nuestra cabeza como si no hubiera un mañana!
No sé a quién se le ocurrió eso de adelantar la Navidad, pero me imagino que fue algún genio de la mercadotecnia con más ganas de vender turrones que de celebrar el verdadero espíritu navideño. Así que, querida amiga, bienvenida al sprint festivo donde las luces de Navidad se encienden antes que la calefacción. (Quién encenderá antes las luces navideñas, el presidente de Vigo, o el nuestro de Madrid, ¿hacemos una porra?)
Y hablando de luces, cada año, en casa decidimos que nuestra factura eléctrica necesita ese extra y nos lanzamos a una decoración que haría que la casa de Santa Claus en el Polo Norte pareciera un tugurio. Entre luces parpadeantes y renos que parecen haberse perdido del trineo, montamos un espectáculo que, seguro, se ve desde el espacio.
Luego está el tema de los turrones, que aparecen en los supermercados con más antelación que los catálogos de juguetes. Y claro, como familia previsora, compramos toneladas de ellos porque “¿y si se agotan?”, “y si llega el Holocausto Zombie”… Al final, acabamos comiendo turrón en marzo mientras prometemos apuntarnos al gimnasio.
¡Ah!, y los regalos. Ese maravilloso mundo donde intentas ser original año tras año y no acabar regalando la colonia que acumula polvo desde 1998. En una familia de seis, esto es un deporte de riesgo. Comienzas en noviembre para no caer en el “sold out” de diciembre, pero terminas igualmente en una tienda el 24 con cara de desesperación.
Por cierto, del tema “regalos” y las cartas a los Reyes en edades comprendidas entre los cuatro año de mi pequeño, a los 12 del más mayor será para otro post, porque hay mucho mucho que contar…
Y ahora, querid@ lectora, para sobrevivir a una Navidad en familia sin tener que empeñar el árbol, aquí van mis recomendaciones:
- Recicla decoraciones: A menos que quieras convertir tu salón en una competición de “La casa mejor iluminada”, usa lo del año pasado. Añade un toque nuevo y ¡voilà! Magia sin arruinarte.
- Establece un presupuesto de regalos: Nada de comprar el último gadget que, probablemente, terminará en el cajón del olvido. Fija un límite y sé creativo.
- Hazlo tú misma: Los regalos caseros tienen más corazón y suelen ser más económicos. Y si no te sale bien, siempre puedes decir que tiene un valor sentimental incalculable.
- Planea las comidas: No es necesario que cada cena parezca un banquete real. Simplifica y disfrutarás más sin tener que rodar hasta la cama después de comer. Además, si sois familia numerosa, o si viene todo tu árbol genealógico a tu casa, piensa en si el marisco, o una ensala con bien de aceite, deberían estar en el menú. Puede que tengas que buscar un segundo trabajo para pagar la cena.
Y recuerda, lo más importante es disfrutar del tiempo en familia, aunque tengamos que empezar a hacerlo desde noviembre.
Así que, amig@ mía, antes de que te lances a la maratón navideña, ¿qué tal si te suscribes a mi sección y me cuentas tus propias locuras prenavideñas? Venga, únete a la fiesta de la anticipación, que promete traerte una dosis de humor y consejos prácticos cada semana para sobrevivir a la Navidad ¡sin perder la cordura, OJO!
¡Hasta la próxima y que los villancicos te sean leves (que yo no los aguanto)!
Besitos de turrón