Si Tú te Atreves, Yo te Acompaño: Día 14
El transgeneracional y la salud física
Hoy te vengo a contar una historia, que tuvo lugar en las últimas semanas, y también hace más de 60 años. Te voy a hablar asumiendo que si me lees, es porque ya empiezas a ver las cosas desde un punto de vista diferente, que implica que sabes que no estás separada de los que vinieron antes en tu sistema familiar.
Mucho se ha hablado de que las emociones tienen repercusiones sobre el cuerpo. Y desde ese hecho, si las emociones de las generaciones anteriores quedaron sin resolver e impactaron su bienestar físico, entonces esos diagnósticos o malestares se pueden repetir en las siguientes generaciones, hasta que llegue alguien a poner una información diferente.
El concepto de enfermedades hereditarias, congénitas y crónicas, cambia por completo desde esta perspectiva. Y con ello llega la posibilidad de canalizar las emociones que generan los diagnósticos, para reducir su impacto y ponernos más cómodos en el proceso de tratamiento y sanación.
Lo anterior no quiere decir que no acudas al médico, ni mucho menos que no sigas los tratamientos ofrecidos por la medicina tradicional. Pues la otra realidad es que tienes mucha información con relación a los síntomas y diagnósticos, la cual es más difícil de desprogramar en el mismo tiempo en el que ya los tienes. Es decir, a veces tiene mayor impacto lo que piensas del síntoma o diagnóstico, que el propio síntoma o diagnóstico.
Pero hoy no vengo a hablar de biología ni de sus leyes. Sino de la memoria transgeneracional que hace que algo que se vivió muy mal y en soledad, se repita en las siguientes generaciones, hasta que alguien lo integre, lo viva diferente y entonces quede reconocido el trauma original y se le dé el mensaje al sistema de que ya no es necesario volver a repetirlo.
¿A ti qué te pasó abuelo?
“Se me reventó una úlcera, iba caminando por la calle con mis amigos, me subieron a un coche. Tenía miedo porque no sabía si me iban a atender en el hospital. Al final si me metieron a cirugía. Se tardaron horas en cerrarme, había hemorragia interna porque no encontraban el punto en el intestino donde estaba el problema. “¡Casi la palmo!” Menos mal que no, abuelo, si no, no lo estaríamos contando.
¿Y luego qué? Pues luego lo pasé muy mal, porque perdí mucha sangre, y pasé muchos meses en recuperación. Además no había nadie en casa para cuidarme, tuve que ir a donde una tía que fue la que me cuidó.
¿Y cuántos años tenías abuelo?… igual que tú.”
El nieto de 20 años, mi hijo, llegó a urgencias después de dos días de dolor abdominal agudo. En principio le dijeron que era una gastroenteritis, finalmente, después de una ecografía, de una fiebre de 40º y de un malestar generalizado que iba a peor, el diagnóstico fue: “apendicitis aguda”.
Después de la intervención, sin embargo, las cosas no progresaban, los médicos no encontraban la razón por la cual no evolucionaba como esperaba, “si sólo había sido una apendicitis”. Hasta que 5 días después acabó en el quirófano con el bazo roto y una hemorragia interna.
Le llamamos fecha aniversario
Sucede algo similar, en la misma fecha, edad o momento de vida. Hasta que alguien lo hace diferente.
La vivencia del abuelo y del nieto, fue totalmente diferente. El abuelo lo vivió con mucho miedo y en soledad. Al abuelo lo acompañaron sus colegas al hospital, pero las personas que tenían que haber estado, no estuvieron. Camino al hospital temía que no lo aceptaran, que algo saliera mal y su número de seguridad social no fuera válido (quizá era un temor irracional, pero era real).
Al abuelo nadie lo acompañó en los momentos más duros, no hubo nadie que le tomara de la mano rumbo al quirófano, no hubo nadie que le dijera que todo iba a estar bien. El abuelo, no era el abuelo, era un chico joven en una situación grave, viviéndola con miedo y en soledad.
El abuelo no volvió a casa, lo cuidaron, pero no lo cuidó la persona que tenía que haberlo cuidado, mamá no estaba disponible.
El nieto ha puesto una nueva información: el miedo lo vivió acompañado, con mamá y papá dándole la mano, presentes, y cercanos. Siempre hubo confianza en el sistema de salud y en los profesionales que le atendieron. Además de mamá y papá, estuvo toda su familia desde la distancia (geográficamente no están presentes), sus amigos, su novia. Y hoy se recupera favorablemente en casa.
¡Ya lo hicimos bien, abuelo!
Si estás pasando por una situación complicada a nivel de tu salud física, puedes ponerte más cómoda en tu proceso de sanación. Empieza por preguntarte qué pasó, qué cambió antes de que se presentará el síntoma o diagnóstico. Ve a tu historia y busca situaciones del mismo tipo.
En general, somos usuarios de programas similares, generación tras generación, de acuerdo a lo que se tiene informado acerca de las situaciones de vida. Para cada persona el shock emocional es diferente, según la información que opera relacionado con lo sucedido en la familia.
Entender que las adaptaciones biológicas tienen sensatez y coherencia con la historia familiar, da la posibilidad de acceder a una propuesta diferente de gestión de la situación. Hacer un análisis de tu situación desde este punto de vista, te permitirá determinar cómo vas a elegir vivir el proceso, qué vas a hacer con los resultados del tratamiento, en quién vas a descansar para vivirlo lo más confortable posible.
Estás contando la historia de alguien, y tienes la posibilidad de vivirlo en consciencia y en paz.
Soy Claudia Ruiz, nací y crecí en la Cd. de México. Emigré hace 18 años, viví 14 en Canadá y desde el 2019 vivo en Madrid. Soy mamá de Santiago y Jimena, dos jóvenes entre la adolescencia y la adultez temprana. Soy Psicóloga de la Ibero, es mi formación y mi vocación indudable y hoy soy Consultora en Psicogenealogía. Mi propio camino de sanación y autoconocimiento me llevó hasta este punto, y encontré que hay otra forma de gestionar nuestra experiencia de vida, alejada del victimismo y la resignación. Te acompaño en el proceso para encontrar los hilo-conductores que tienes con tus ancestros, a través del enfoque transgeneracional, un enfoque que te ayuda a ver tu historia desde otra perspectiva y saber que tu historia, es la historia de muchas, y que juntas podemos sanar las heridas desde el amor, la compasión y el respeto, honrando a aquellos que vinieron antes, y preparando mejor el camino para los que vienen detrás. Me puedes leer en “Si Tú te Atreves, Yo te Acompaño”
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