Gracias PAPÁ

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19 de marzo de 2024

Hoy os quiero hablar de esa otra profesión que me lleva acompañando desde los 25 años. Profesión vocacional que heredé de mi padre. El mejor maestro, profesor y doctor que jamás conocí. Fue creciendo profesionalmente año tras año y, personalmente, siendo cada vez más íntegro.

Recuerdo, siendo aún muy pequeña, que tuvo una hemorragia interna, de las que te llevan para el otro barrio. Su grupo sanguíneo era 0 negativo, por lo que mi padre podía donar a todo el mundo; de hecho lo hizo muchas veces, pero a él solo los de su mismo grupo sanguíneo podían hacerlo. Había sido maestro varios años en Herrera (un pueblecito muy cerca del mío) y alguien de allí se enteró de lo que le ocurría y ese mismo día salieron dos autobuses hacia Córdoba para donar sangre para mi padre, la mayor parte eran antiguos alumnos. Él era el maestro, esa figura entrañable a la que todos querían, admiraban y respetaban. Era ese hombre sabio.  Un maestro de los antiguos, que trabajaba como el más moderno, que los llevaba de viaje, los entendía, los aconsejaba y al que respetaban. Y en ese momento se lo estaban agradeciendo.

Yo de mayor quería ser así. Quería ser maestra como él, de esas a las que los alumnos quieren y respetan.

Pasaron los años y entendí que lo que debía ser era artista. Mi padre habló con un buen amigo que era escultor en la Escuela Mateo Inurria y allí me iba yo por las tardes a aprender del gran maestro, sin matrícula ni protocolos; como se hacían antes las cosas. El gran maestro escultor Rafael Rivera. El que me inició en el mundo del volumen. Pasaron los años y quería seguir adelante. Les dije a mis padres que quería ser artista, que quería ser escultora y quería prepararme en Granada. Me habían dicho que allí se tocaban todas las técnicas y todos los estilos. Sevilla por aquellos años estaba aún muy centrada en la imaginería y eso a mi me gustaba menos. Ese año no pudo ser, suspendí Inglés en junio y en septiembre ya no había plaza para mí en Granada. Había que esperar un año y en mi casa un año sabático no existía. Así es que mi padre, creo que sin preguntarme, me matriculó en la Facultad de Geografía e Historia,  yo no quería ser arqueóloga, ni profe de historia como él y como iba a serlo mi hermana Nuria, que ya había terminado la carrera. Yo no quería, porque quería ser artista y me iba cada día a la facultad enfadada.

Pero conocí a un chico, cursaba segundo y era guapo, bastante guapo. Y además le gustaba pintar. Quedábamos para pintar un cartel que íbamos a presentar al concurso de carnaval de ese año de Córdoba, aún lo sigo guardando, la verdad que entiendo que no ganáramos. Estábamos en el primer trimestre, organizando un viaje a Grecia, yo me iría con los mayores de la facultad, con mi hermana.  Pero eso al final no ocurrió; tres días antes, sin saber por qué, ese viaje se anuló. Como siempre, todo pasa como tiene que pasar. Esos días del no viaje conocí al que sigue siendo mi compañero de vida y el padre de mis hijos. Allí debía comenzar algo importante.  Dejé Historia al curso siguiente y por fin entré en Bellas Artes en Granada.

Cinco años de carrera, dos especialidades, varias matrículas de honor y mil aventuras maravillosas. De vuelta a casa, el inquietante tiempo de qué hacer.

Monté una academia de enseñanza, pero ese no sería mi destino. Me llamaron al teléfono  de mi casa para cubrir una vacante de escultura en la escuela de Arte de Ávila. Mi padre, que cogió el teléfono, lógicamente no entendió que igual, yo prefería quedarme en mi academia. Pero me fui, al cabo de los mil años me han contado ese año de trabajo y se ha sumado a mi tiempo de servicio, lo que me ha proporcionado mi definitiva en mi actual centro, en el que me quiero quedar hasta jubilarme, ese centro que comparto con mi hermana, en el que mi padre fue profesor y donde todos los hermanos estudiamos. Curiosamente eso ocurrió tres meses después de que él se fuera para siempre. Desde donde esté me sigue cuidando.

Mi padre decidió por mí cuando no pude entrar en Bellas Artes y me matriculó en Historia, en ese momento me enfadé, gracias papá.  Sin esa decisión no tendría a mis tres hijos, ya que allí conocí a su padre que es el amor de mi vida. Después decidió por mí y me fui a Ávila, gracias papá, porque entendí que ser profesora me abriría las puertas y me daría la experiencia y la posibilidad de cuidar de mi familia. Todo siempre pasa como tiene que pasar, aunque en ese momento creas que no.

Muchas veces cuando mi hermana y yo le contábamos las cosas que nos pasaban en clase no se lo creía. La enseñanza ha cambiado mucho, pero sobre todo la educación y el respeto. Ahora los centros escolares en  muchas ocasiones son campos de batalla en los que se genera una guerra entre el docente y el alumnado. Guerras que en demasiadas ocasiones son estos últimos los que ganan. Una profesión vocacional en la que, si no tienes suerte, hasta esa vocación se pierde. Lugares a los que el destino me ha llevado y por los que he pensado, intentando conseguir que mis alumnos cada día se llevaran algo a casa, aunque fuera algún valor; muchas veces eso era lo primero, o lo único importante. Centros donde lo de menos era dar la asignatura. Más de 25 años de tiempo de servicio dan para mucho. Ahora lo miro con la perspectiva que sólo la madurez te da, y pienso que simplemente ha sido el camino por el que debía caminar, para ser y entender la enseñanza como ahora lo hago. Cada día intento ser esa profesora a la que sus alumnos quieren y respetan, siempre seguiré, aunque a mil años luz, el camino que me enseñó mi padre.

Enseñar desde el cariño, es la mejor forma de hacerlo.

Ahora hace un año que te fuiste. GRACIAS PAPÁ, por ser padre de forma continua. Aún no sé cómo seguir adelante con tu ausencia.

Carmen López
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Carmen López

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Mi nombre es Carmen López Rey, Madre a tiempo completo, licenciada en Bellas Artes en pintura y escultura y profesora titular de Artes en el IES Luis de Góngora de Córdoba. Artista plástica centrada en visibilizar el papel de la Mujer en la historia a través de mi pintura. Activista en proyectos de humanización de hospitales infantiles, consiguiendo a través de la pintura mural llevar a los niños a otros espacios. Enamorada del arte, la cultura y el Patrimonio artístico y humano. De todos estos temas tratará mi sección: Arte y Mujer con Carmen López ¡Espero que os guste!

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