Querida amiga,
Hoy quiero hablarte de un tema que a menudo ha sido malinterpretado y catalogado como el “villano” en la historia del crecimiento personal: El ego. Sin embargo, quiero presentaros al ego de una manera un tanto diferente.
¿Qué tal si lo consideramos como un nuevo y peculiar amigo? Sí, así es, ¡el ego como nuestro compañero de aventuras en este viaje llamado vida!
Como dijo alguna vez Oscar Wilde, “Amarse a uno mismo es el comienzo de un romance que dura toda la vida”. Y qué romance más peculiar que el que compartimos con nuestro propio ego. ¿No te parece?
Así que prepárate para descubrir los poderes del ego, reír un poco y quizás encontrar en él a ese amigo inesperado que siempre estuvo ahí esperando ser comprendido.
¿Qué hace que nuestro ego sea un compañero tan peculiar? Es nuestro motorcito interno que nos impulsa a enfrentar desafíos y a superar obstáculos con una buena dosis de confianza. Nos anima a expresarnos, a compartir nuestras ideas con el mundo y a sentirnos orgullosos de nuestras creaciones.
Es experto en celebrar hasta las más mínimas alegrías de la vida. Es un gran defensor de nuestras victorias, por pequeñas que sean. Como en toda buena amistad, el equilibrio es clave. Mantener al ego en su lugar y recordarle que la humildad también es bienvenida puede ser todo un desafío.
Pero, ¿sabes qué? Aprender a reírnos de nosotros mismos en compañía de nuestro ego es lo mejor. Porque, al fin y al cabo, ¿quién no necesita un buen sentido del humor para sobrellevar los altibajos de la vida?
La próxima vez que tu ego quiera lanzar confeti por algo trivial, únete a la fiesta y disfruta de ese momento de complicidad contigo misma.
Recuerdo una vez que estaba viajando para llevar a cabo un proyecto de ayuda en una asociación de Sevilla. Después de un largo día de trabajo, mi ego decidió celebrar nuestro progreso con una pequeña fiesta improvisada. Mientras compartía historias con los asociados, mi ego se entusiasmó tanto que comenzó a contar anécdotas exageradas sobre mis logros, convirtiéndome en la heroína de mi propia historia.
Esto desató risas y sonrisas entre todos los presentes, y aunque al principio me sentí un poco avergonzada, pronto me di cuenta de que mi ego estaba simplemente tratando de compartir la alegría y la gratitud que sentía en ese momento. Desde entonces, aprendí a apreciar esos momentos de espontaneidad y a reírme junto con mi ego, sabiendo que su entusiasmo es solo una expresión divertida de nuestro deseo compartido de hacer del mundo un lugar mejor.
Así que, querida amiga, la próxima vez que tu ego quiera organizar un desfile en tu honor, déjalo disfrutar del momento mientras tú mantienes los pies en la tierra con una sonrisa cómplice.
Nuestro ego, ese compañero de viaje tan peculiar, puede ser nuestro superhéroe personal. Es como ese amigo entusiasta que siempre está listo para celebrar nuestras victorias, grandes o pequeñas.
Aunque a veces pueda exagerar un poco, su entusiasmo sincero nos recuerda
la importancia de reírnos de nosotros mismos y celebrar cada logro, por mínimo que sea. Con su ayuda, aprendemos a encontrar alegría en los momentos cotidianos y a mantener una perspectiva positiva incluso cuando las cosas se ponen difíciles.
Así que, ¡a disfrutar de la amistad con nuestro ego!
¿Qué tal si compartimos anécdotas divertidas sobre nuestro ego? ¡Me encantaría escuchar vuestras historias! ¿Alguna vez tu ego te ha sorprendido con una reacción exagerada ante una pequeña victoria? ¿O tal vez te ha hecho reír con sus ocurrencias inesperadas? Cuéntanos cómo es tu relación con tu ego y comparte tus experiencias más divertidas. ¡Qué ganas de leer tus comentarios.
