Llevo media hora buscando la salida. Hoy es tu cumpleaños y quiero que me vean contigo. Yo siempre he estado aquí; hoy también aunque no lo parezca, porque si llego tarde, ya nada tiene sentido.
Caridad prometió que te vestiría con la rebequita rosa que te tejió a mano tu sobrina. Es una dulzura de niña esta enfermera, tan joven y servicial como la que más. Yo solo espero que la familia aparezca en pleno, tal y como prometieron todos. Y si yo consigo dejar de dar vueltas en este laberinto, y encuentro la puñetera puerta ..¿Cómo puedo ser tan despistada? ¡Vamos, ni que fuera la primera vez que vengo!
El año pasado sin ir más lejos; pues mira, también me costó un poco llegar pero bueno, al final fui la primera en estar presente en la fiesta. Y el número no era nada bonito, a mi eso de 89 no me gustaba nada, me sonaba a magdalena mordisqueada por serpientes. Noventa queda mucho mejor, donde va a parar. Y es más fácil para todo, la tarta, las velas y hasta para conseguir que tu familia se decida por fin a venir en manada. Porque perdóname, pero son una auténtica piara ¡como lo dejan todo! Tu tan discreta y calladita no dices nada, con tal de que vengan de vez en cuando los tienes muy consentidos. Pero a mi se me llevan los demonios con tanta desidia. ¡Ni un papel recogen del suelo! Y los niños no se cansaban de saltar encima de la cama, que te la dejaron esringá.
Mejor me callo que se me altera todo y me hierve la sangre de recordarlo. Espero que vengan domesticados esta vez. Sin embargo, cuando viene tu hijo él solo, todo es paz y armonía. Te quedas tan calmada y relajada los martes por la tarde tras su visita, que no te hace falta casi ni la medicación. Se ha dado cuenta todo el servicio médico, tú dirás que no pero es así.
¡Y sigo dando vueltas! Creo que por aquí ya he pasado un par de veces, pero no encuentro a nadie para poder preguntar.
¡Espera!¡Ahí está la puerta!
Y justo cuando la amable Caridad, quien había vestido a la abueli con la rebequita rosa, entró con la tarta llena de velas y se plantó delante de la familia al completo, yo conseguí al fin aparecer e iluminar tu rostro con mi presencia, la sonrisa que siempre te había acompañado.
Hoy sí, en el momento justo.