Cómo ser Mamá y no morir en el intento
“No podemos cuidar a otro si primero no aprendemos a cuidarnos a nosotras mismas”
Pablo fue un bebé precioso, de 4 kilos, que nació por cesárea después de un parto complicado el 1 de mayo de 1995.
A la semana, me cambiaba de casa, con un recién nacido y un peque de 2 años, todavía hoy no sé cómo pude con todo aquello.
Mi madre siempre me había dicho que ojalá no nos dieran a las mujeres todo lo que podemos aguantar. Entonces lo entendí, porque cuando crees que no puedes más, de repente te vienen unas fuerzas que no sabías que tenías y sigues.
Pablo empezó a perder la movilidad en su mano derecha a partir de los tres meses de vida y lo sometieron a una serie de pruebas, pensando que sería un pinzamiento en la clavícula a causa del difícil parto.
Sin embargo, una ecografía cerebral llevó a hacer una resonancia y ahí fue cuando nos enteramos que Pablo tenía quistes múltiples en el cerebro y que debíamos llevarlo de urgencia a Madrid a ver al mejor neurocirujano.
Aunque el pronóstico resultó erróneo, el mal ya estaba hecho; creer que tu hijo se va a morir, la prueba más dura que puede pasarle a un ser humano.
En menos de 24 horas había conseguido cita con el mejor neurocirujano de Madrid en el Hospital Infantil Niño Jesús.
Afortunadamente, resultó que los quistes múltiples eran, en realidad, una superficie multiquística del hemisferio izquierdo de su cerebro, como resultado de la rotura de la arteria cerebral media tras el sufrimiento fetal agudo del parto.
Asombrosamente, aunque la superficie dañada era importante, el niño estaba muy bien en apariencia y, todavía recuerdo los saltos de alegría al recibir la noticia.
Saber que no se iba a morir supuso un alivio considerable, y nos volvimos a Alicante con un nuevo diagnóstico más prometedor aunque igualmente incierto. “Necesitará mucha rehabilitación y estimulación temprana”; “dado el alcance de la lesión, es posible que no pueda andar ni hablar”, “hay que vigilar el cerebro porque tiene un foco irritativo y lo raro es que no haya convulsionado todavía o desarrollado una epilepsia”, escuchábamos, uno tras otro.
Lo que estaba claro es que en ese momento empezamos una nueva vida y además de apoyarnos en el pediatra, llegaron el neuropediatra, los rehabilitadores, estimuladores, y terapeutas.
Su diagnóstico de “parálisis cerebral”, fue difícil de aceptar, me preguntaba una y otra vez, “¿por qué a mí?” o “¿y si hubiera hecho, dicho, …?
Me llegué a sentir realmente culpable por lo que le había pasado, hasta que empecé a cambiar las preguntas que me hacía y pasé del modo problema, al de solución: “¿qué puedo hacer para mejorar la calidad de vida de mi hijo?”
Pasado el estado de shock inicial, me salió una vena práctica, de aprendizaje y fuerza que desconocía, y empecé mi larga carrera de mamá rehabilitadora.
Pensemos que en el año 95, no había internet y no se podía “googlear” como ahora, qué hacer, dónde ir o con quién conectar. Las conexiones eran off line y todo era mucho más lento, pero no imposible.
¡Estoy segura de que si esto me hubiera pillado en la época de internet, habría sido una mamá YouTuber o una Influencer porque a conexiones no me ganaba nadie!
Empecé a preguntar aquí y allá, a leer todo lo relacionado con el cerebro y la estimulación temprana, busqué soluciones y me convertí en una experta mamá de niño con problemas, tanto, que el pediatra me enviaba a padres angustiados por el primer diagnóstico de sus hijos.
Como Pablo estaba evolucionando muy bien a pesar del difícil pronóstico inicial, por esa época inicié mi primera labor de “voluntariado” orientando a otros padres sobre qué hacer con sus hijos.
Con ayuda de un terapeuta empecé a seguir unas pautas que a mí me daban paz, y a mis hijos, desarrollo.
También acabé fundando APNEA, Asociación de Padres y Niños Especiales de Alicante, junto con otras 2 mamás en el año 2000.
Si esta historia no resuena contigo por no haber tenido hijos o problemas de salud en la familia, tal vez hayas desconectado de la lectura, pero lo que quiero compartir, en realidad, es mi proceso de transformación personal que se produjo, en parte, a través de mis hijos.
Estaréis de acuerdo conmigo si digo que, aunque hemos evolucionado desde que en 1933, las mujeres españolas ejercieron su derecho al voto por primera vez, todavía sigue pesando mucho el ser mujer y el papel de madres cuidadoras que se nos ha asignado a lo largo de la historia.
Parece que si no eres madre, no eres mujer, así que si te has sentido cuestionada porque no encajas en tu papel de madre, bienvenida al club.
Quiero dirigirme a las mujeres que hemos tenido que luchar por ser nosotras mismas, y no lo que la sociedad quiere que seamos, aunque también sean bienvenidos los hombres que nos quieran acompañar en el proceso.
Existen hombres dispuestos a acompañar, pero muchos otros te mirarán de lejos como poseída por la brujería y cuando tú ya hayas obtenido tu certificado de cordura, de esto hablaré mas adelante, se atreverán a decir que están ahí y que te apoyan.
La de héroes que hay por ahí, y lo poco que se ha visibilizado a las mujeres valientes a la largo de la historia.
Hablando de mujeres valientes, quiero mencionar a las otras mamás coraje, las compañeras de rehabilitación, las que me ayudaron a sentirme acompañada y a hacer el camino más llevadero.
Entonces me di cuenta de lo importante que es no estar sola en circunstancias como esas.
Ese proceso de recuperación de mí misma y de quién quería ser, siguió con mas fuerza todavía, después de superar un síndrome de estrés post traumático tras un duro divorcio.
Aquí voy a retomar el certificado de cordura que mencioné anteriormente y es que, a pesar de que había sido la cuidadora principal de mis 2 hijos desde que nacieron, tuve que demostrar que no estaba loca para conseguir su custodia.
Tocar fondo me sirvió para deshacer todas las capas protectoras que me había ido poniendo y empezar a reconstruir la versión que yo quería de mí misma, para ser “la mujer que me dé la gana de ser”, como decía Babe.
He sido una mamá buscadora, porque a medida que mis hijos crecían, los problemas también y he necesitado actualizarme constantemente para afrontarlos.
He buscado y he encontrado, desde la terapia en agua cuando tenía 6 meses, un método de estimulación temprana americano, cuando tenía 3 años, con 6 años le llevamos a Rusia a operar con una técnica de microcirugía que no hacían en España, con 10 años, pasamos un verano en una clínica de rehabilitación polaca que tenía una especie de traje espacial que les facilitaba el movimiento, con 16 años se fue a estudiar a Inglaterra en un colegio de la Waldorf, otras formas de conseguir la ESO, voluntariados (su pasión), hasta llegar a ser presidente de un club de oratoria, siguiendo mis pasos.
Mis hijos necesitaban un referente que les acompañara en su proceso de crecimiento para el cual no me habían preparado, a pesar de mi experiencia docente como profesora de secundaria.
Tuve que reciclarme e incorporar nuevas herramientas para la vida consciente, como el yoga, la meditación, el coaching, la PNL y la hipnosis, y todas ellas me ayudaron a llegar dónde estoy ahora, viviendo la vida con plenitud y paz, orgullosa de mí y de mis hijos, rodeada de familia y buenos amigos, con un trabajo que me encanta, proyectos que me motivan y con más energía que nunca.
Supe que había hecho un buen trabajo como madre consciente, cuando mi hijo mayor me presentó a una compañera de Erasmus, como su madre a tiempo parcial y su Coach a tiempo total.
También cuando Pablo un día me dijo muy serio: “mamá, cuando tenga un hijo, quiero que lo eduques tú, que lo has hecho muy bien.” Me quedé asombrada, porque en el fondo, tenía la sensación de ser una mala madre, porque me negué a hacer de felpudo, les di raíces y también muchas alas, incluso a Pablo, le tuve que dar algún que otro empujón, para que se animara a volar.
Aprendí que, si quieres que los que están a tu alrededor cambien, primero tienes que hacerlo tú. Como dijo Gandhi alguna vez: “sé el cambio que quieres ver en el mundo.”
Con el tiempo he puesto estas herramientas y mi experiencia al servicio de otras mamás a través de mi emprendimiento.
Y hasta aquí puedo contar. Si quieres ser el cambio que quieres ver a tu alrededor, y necesitas ayuda, contacta conmigo.
Te dejo con la dedicatoria de Pablo en el calendario solidario de APNEA de este año.
“Para Mamá,
Eres una persona increíble, gracias por no rendirte jamás y ver siempre el lado positivo de las cosas.
You’re simply the BEST.
Te quiero, Pablo Martín”
Sólo por esto, ha merecido la pena este aventurado viaje.
Te animo a que busques la mejor versión de ti misma y que te conviertas en tu mayor fan, verás cómo te cambia la vida.
Pruébalo, no tienes nada que perder y sí, mucho que ganar.
Adelante ¿A qué estás esperando?
3 respuestas
Maravillosa historia de cambio de foco y superación!!! Un ejemplo para mí. Gracias ❤️
Muchísimas gracias, María. Un abrazo
Ana es la persona más positiva y proactiva que conozco. Te admiro mucho y sé que eres capaz de inspirar a todas las madres del mundo.