Rompiendo Cadenas: Mi Viaje hacia la Libertad y la Autonomía
Mi historia comienza a los 15 años, cuando conocí a quien sería mi esposo. Era carismático y atento; me sentía la chica más afortunada del mundo. A los 20, nos casamos en una pequeña ceremonia, soñando con un futuro lleno de amor y felicidad. Pero poco sabía yo que aquel día marcaba el inicio de una vida de sombras.
En los primeros años, su verdadera naturaleza comenzó a aflorar. Las críticas sutiles se convirtieron en insultos abiertos y la manipulación psicológica se hizo cotidiana. Me convenció de que mi familia y amigos me despreciaban, que solo él me quería de verdad. Gradualmente, me fui aislando de todos, perdiendo contacto incluso con mis padres antes de que fallecieran. No hay día que no me acuerde de ellos y que no llore pensando el daño que les hice al aislarme y no dejarme ayudar por ellos. Es una losa que llevaré siempre en mi corazón y que por mucho tiempo que pase, no despegaré jamás.
Nuestros cinco hijos llegaron uno tras otro, y cada uno se convirtió en un rayo de luz en mi vida oscurecida. Me dediqué por completo a su crianza y educación, encontrando un propósito en su amor y dependencia. Sin embargo, mi esposo se aseguró de que no tuviera independencia económica, manteniéndome encerrada en un ciclo de dependencia y aislamiento. “Yo no era nadie, ni sabía hacer nada que no fuera la comida y limpiar”, que el mejor sitio para mi era la casa: esas eran sus palabras cada vez que yo decía algo de “buscar trabajo”. – Qué vas a hacer tú, Mujer, si no sabes hacer nada (esa frase resuena aún en mis oídos, de las veces que la he escuchado)
Durante esos largos años, soporté el peso de su abuso psicológico, creyendo que era lo mejor para mis hijos. Veía sus éxitos y sonrisas como mi única recompensa y consuelo. Sin embargo, el dolor de la soledad y la opresión me desgarraba por dentro. Perdí mi identidad, convirtiéndome en una sombra de la Mujer que una vez fui.
Los años pasaron, y mis hijos crecieron y se fueron de casa, construyendo sus propias vidas. Me encontré sola, en una casa que se había convertido en mi prisión, con un hombre que ya no reconocía como el que amé. A mis 70 años, miré hacia atrás y vi cinco décadas de mi vida consumidas por la manipulación y el control.
Fue un día de otoño cuando algo dentro de mí se despertó. Una voz que había estado silenciada durante años comenzó a susurrar, recordándome quién era antes, quién podía ser de nuevo. Empecé a recordar mis sueños, mis pasiones, y la Mujer fuerte que una vez fui. Decidí que era hora de liberarme, de reclamar mi vida.
Con un corazón pesado pero decidido, dejé esa casa, ese matrimonio, esa vida. Me mudé a un pequeño apartamento, que alquilo con el poco dinero que tengo gracias a la herencia que mis padres me dejaron, a pesar de “haberles apartado de mi vida”. Y por fin disfruto de la paz y tranquilidad que tanto había anhelado. Me reconecté con antiguos amigos y, aunque al principio fue difícil, poco a poco he vuelto a sentirme parte de un mundo que había olvidado.
Ahora, cada día es un descubrimiento. Aprendo, exploro, y vivo para mí. Si bien los retos económicos son reales y a veces abrumadores, la sensación de independencia y autonomía supera cualquier dificultad. Mis hijos, aunque sorprendidos al principio, me apoyan y admiran por la fuerza que he encontrado, y me ayudan ellos con lo que pueden para que no me falte nada.
Esta es mi historia, una de liberación y redescubrimiento. Una lección de vida que deseo compartir: nunca es tarde para reclamar tu vida. La independencia económica es crucial; es la llave para la libertad y la autodeterminación. Y lo más importante, alguien que te ama no te manipula ni te controla. Aprender a reconocer las señales de abuso y manipulación es vital para protegerte y salvaguardar tu bienestar.
Así que aquí estoy, a los 70 años, comenzando un nuevo capítulo, viviendo por fin una vida que es genuinamente mía. Esta es mi verdad, mi liberación, mi mensaje de esperanza y fortaleza para todos aquellos que puedan estar viviendo en las sombras, esperando encontrar su camino hacia la luz.
2 respuestas
Muchas gracias Candela por compartir tu historia. ¡Qué valiente! Eres un gran referente para muchas. Me quedo con que nunca es tarde. Un abrazo
Candela te Felicito por tu superacion, por CONFIAR en ti y que lo podrias lograr, nunca es tarde como bien dices, lanzando ese rayo de esperanza para todos, y con el camino iras redescubriendo un monton de virtudes escondidas, que estavan esoerando que les dijeras ya estoy aqui de NUEVO PARA MI.
Deseo que puedas seguir mi seccion de las Perdidas, donde podràs encontrar impulso interno para PERDONARTE, ABRAZARTE, y poder reconocer que lo hiciste lo mejor que supiste.
Un Abrazo de corazon. ❤️Superheroina