Buscar Trabajo a los 44: Una Lucha por el Reconocimiento

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4 de noviembre de 2024

Querid@ amig@,

Hoy quiero hablar de un tema que, en estos últimos meses, me ha tocado el corazón y la mente, y no siempre de la mejor manera. Después de más de 12 años fuera del “mercado laboral”, las circunstancias económicas y mi subida de hipoteca y gastos del día a día, me han hecho adentrarme de nuevo en este mundo y, sinceramente, me he encontrado con un panorama que no solo es desalentador, sino también desconcertante.

A mis 44 años, con toda una trayectoria profesional a mis espaldas, la idea de buscar trabajo debería ser una tarea motivadora, una oportunidad para aportar el bagaje que tantos años de esfuerzo y aprendizaje me han dado. Pero la realidad que me encuentro es otra. En muchos de los procesos en los que he participado, el mensaje es claro: prefieren una persona más joven, con menos experiencia, y a quienes se les pueda moldear según las necesidades de la empresa y, por supuesto, pagar la mitad de lo que corresponde a alguien con mi experiencia.

Me resulta increíble que, después de más de una década, los salarios no sólo no hayan subido, sino que en muchos casos hayan bajado a la mitad. ¿Cómo puede ser que, en estos tiempos, se exija cada vez más de los empleados y, a la vez, se ofrezca menos? Es frustrante ver cómo la experiencia, que debería ser una ventaja, se convierte en un “inconveniente” porque conlleva una justa expectativa salarial. 

Pero también tengo que lanzar un grito al cielo a favor de los empresarios, ya que yo sigo siendo una de ellos, y he tenido que lidiar con contrataciones, y con los impuestos, y con mil gastos que no hacen más que ahogarnos, y entiendo que a la hora de contratar a alguien, tengan/tengamos que mirar con lupa lo que podemos permitirnos. Esto lo entiendo cuando son empresas pequeñas, o pymes, en las que cualquier contratación nos supone un gasto de inversión que puede llevarnos a cerrar. En las empresas grandes y consolidadas esos gastos se notan pero no hacen que puedan quebrar… o sufrir un daño irreparable. 

Volviendo al tema de mi reciente búsqueda de nuevos proyectos por cuenta ajena, lo que más me ha sorprendido y entristecido es la frialdad de algunos procesos. Hace quince años, las empresas, aunque no te eligieran, se tomaban el tiempo de hacerte saber si continuabas en el proceso o no. Hoy en día, ni siquiera tienes la certeza de si tu solicitud ha sido leída. La comunicación humana parece haberse diluido en este mar de automatización y algoritmos. Es como si el respeto por la persona detrás del currículum se hubiera perdido, dejándote en un limbo de incertidumbre y silencio. ¡Ojo! que hay también empresas y reclutas de algunas empresas, que son super profesionales y que han dado la cara los primeros para decir que no les interesaba mi perfil, y aunque no sea la noticia más agradable, para mi era buena noticia que por lo menos, me lo dijeran. 

En mi caso, no tengo una expectativa desmesurada sobre lo que valgo o sobre el salario que quiero ganar. Lo que espero es justo: que el tiempo y esfuerzo invertidos en mi carrera, la experiencia y el conocimiento que tengo, se valoren y se reconozcan en el salario. No es una cuestión de ambición; es una cuestión de dignidad. Cuando llevo años trabajando y aprendiendo, creo que es lógico esperar un salario que refleje esa inversión. Pero parece que este razonamiento choca con la realidad de muchas empresas de hoy en día.

Sé que no estoy sola en esto. Much@s de nosotr@s, a cierta edad, nos encontramos en la misma encrucijada: demasiados años de experiencia para que nos consideren “moldeables” y, aparentemente, demasiados “conocimientos” para que decidan invertir en nosotros. Al final, da la impresión de que prefieren sacrificar la calidad por una cuestión de costos. Es como si la riqueza de la experiencia fuera un lujo que ya no quieren o pueden pagar.

Reflexionando sobre todo esto, lo que más me duele es la deshumanización. La falta de empatía en un proceso que, para cualquier persona, es de por sí vulnerable. La búsqueda de trabajo no solo es un trámite; es una parte fundamental de la vida que impacta en nuestra autoestima, nuestra confianza y, por supuesto, nuestro futuro. Lo que desearía ver es un cambio, una vuelta al respeto por el ser humano, al valor de la experiencia y al reconocimiento del esfuerzo.

Por ahora, no pierdas la esperanza. Sé que ahí fuera hay empresas que valoran lo que somos y lo que hemos aprendido a lo largo de los años. Empresas que creen en el equilibrio entre experiencia y renovación, y que entienden que la calidad se paga porque la calidad es una inversión. Tal vez sea más difícil encontrarlas, pero estoy convencido de que están ahí. Y yo puedo decirte, que también he tenido la suerte de dar con algunas de ellas, y que estoy a la espera de recibir una buena oferta por parte de estas grandes empresas (grandes por fuera y más grandes por dentro, en cuanto a trato con sus trabajadores). 

Querid@ amig@, si tú también estás pasando por esto, solo quiero decirte que no estás sol@. Sigamos buscando, sigamos exigiendo lo que merecemos. Y sobre todo, sigamos siendo fieles a lo que somos, porque aunque el mercado no siempre lo reconozca, nuestra experiencia es valiosa, y quien sepa verla también lo será.

Hasta la próxima semana, con un abrazo de compañerismo en esta lucha que tantos compartimos

Elena Ramirez
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Elena Ramirez

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Hola soy Elena, una Mujer Cualquiera

Mujer emprendedora y empresaria, madre de los dos amores de mi vida, deportista, amante de los animales y escritora y bloguera en mis tiempos libres. Dedicada al Mundo Digital en la última década, he fundado tres agencias de marketing online, la más reciente es www.bebluee.com

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