Querid@ amig@,
Aquí estamos otra vez, en ese momento del año en el que parece que la vida da un giro y se llena de luces, villancicos y ese aroma inconfundible de las fiestas. La Navidad ya está aquí, y no puedo evitar sentarme en mi “sillón de pensar” para reflexionar sobre lo rápido que pasa el tiempo, especialmente desde que somos adultos. ¿No te pasa? Parece que fue ayer cuando guardábamos el árbol de Navidad, y de repente, ya estamos sacándolo otra vez.
Cuando éramos niños, los días de diciembre parecían eternos, cada semana un suspiro lleno de ilusión y nervios por la llegada de Papá Noel o los Reyes Magos. Ahora, todo parece ir a toda velocidad. Entre el trabajo, los peques, las responsabilidades y las mil cosas que llenan nuestros días, apenas tenemos tiempo para detenernos y disfrutar de esa magia que solíamos sentir tan intensamente.
Este año, como otros muchos, ha sido complicado. Ha tenido de todo: retos, decepciones, pequeñas victorias y muchas lecciones. Para mí, ha sido un año de aprendizajes profundos, de momentos en los que he tenido que sacar fuerzas de donde parecía que no había. Y quizás para ti también, este año ha tenido su propia cuota de desafíos. Pero ahora, con la llegada de la Navidad, me permito un instante de Esperanza. Esa chispa que nos dice que, aunque el año haya sido duro, el que viene tiene la promesa de ser nuestro año.
La Navidad tiene algo especial, ¿verdad? Es como si el mundo entero nos invitara a creer de nuevo, a imaginar que todo aquello que no se resolvió este año, encontrará su lugar en el siguiente. Es una ilusión que me gusta abrazar, porque creo que necesitamos esa fe, esa energía que nos empuja hacia adelante.
Así que hoy, mientras pienso en las luces que pronto adornarán las calles, en los momentos que compartiré con mis hijos, Ale y Oli, y en la esperanza que trae un nuevo comienzo, quiero invitarte a reflexionar conmigo. Pensar en positivo.
La vida, como siempre digo, es Urgente. No tenemos tiempo para quedarnos atrapados en discusiones sin sentido, en resentimientos que solo nos desgastan. Esta época nos recuerda lo que realmente importa: las personas que nos quieren y que están siempre ahí, nuestras familias, amigos, y esos pequeños instantes que nos arrancan una sonrisa.
No dejemos que la rutina nos robe la oportunidad de disfrutar de lo más simple y auténtico. Abracemos más, discutamos menos. Sonriamos más, preocupémonos menos. Dejemos que el espíritu de la Navidad nos inspire no solo a celebrar, sino también a vivir mejor, a amar más profundamente y a estar presente en cada momento.
Porque al final del día, lo que cuenta no son los regalos bajo el árbol, sino las personas que están alrededor de él. Y mientras estemos juntos, mientras sigamos creyendo en el mañana, siempre habrá una razón para celebrar.
Con todo mi cariño y mis mejores deseos para estas fiestas que “ya están aquíiiiiii”.