Hola querid@ amig@,
La semana pasada te dejé a medias con mi último post. No soy de cortar los capítulos, pero cuando me paso de largos, es mejor cortar y no aburrirte más, para que vuelvas con más ganas la semana siguiente 😀
Te estaba contando las veces que he tenido que “resurgir de mis cenizas” porque había caído tan al fondo, que más abajo ya no podía llegar y solo quedaba subir.
La segunda vez que me pasó fue a mis casi 28 años. Cuatro días antes de mi cumpleaños para ser exactos. No quiero repetirte lo que pasó, por si ya leíste mi Capítulo IX donde lo cuento, pero si pinchas aquí puedes leerlo de nuevo.
Para mi fue el día más traumático y duro de toda mi vida hasta la fecha. No sabes, y no quiero que lo sepas nunca, lo que se siente cuando ves morir a alguien delante de tus ojos… y que ese alguien sea tu amigo, y que además estuviera perfecto 10 minutos antes… Y si a esto le unes que fui yo la que propuso ese partido de baloncesto, pues ya te puedes imaginar mis siguientes días, semanas, meses…
Y mi dolor no tuvo que ver nada con el dolor que sufrirían sus padres, con los que no he podido hablar desde entonces…no tengo valor, y creo que nunca lo tendré. Y me consta que la madre de Jorge (mi amigo que en paz descanse) se pasó años preguntando por mi, y queriendo tomarse un café conmigo para que hablásemos y le contase los últimos momentos de su hijo, y darme las gracias por intentar ayudarle (aunque no sirviera para mucho). No tuve valor. Y te reconozco que ahora mismo estoy llorando, mientras te cuento esto, porque los recuerdos son tan duros…
Pero no, mi dolor no fue ni mucho menos, como el dolor de esos padres y hermanos… que no me lo puedo ni imaginar. Pero sí he tenido y tengo un dolor metido en el pecho, que me acompañará toda mi vida. Y aunque te acostumbras a vivir con él, y a veces ni lo escuchas está ahí. Como las pesadillas que cuando llega abril me vuelven…
Puedo asegurarte que esa noche fue la peor de mi vida, pero los días y semanas que vinieron después… se le acercaron. Me sentía culpable por no haber podido hacer nada, me sentía decepcionada con la vida porque se había llevado a un joven sano de 24 años, deportista profesional y que tenía toda la vida por delante, y me sentía rabiosa porque no entendía nada, ¡de nada!.
Para colmo, a los 3 meses, estando en el cine con unos amigos, me llamaron por teléfono y me contaron que otra amiga, una que había sido de mis mejores amigas años antes, había fallecido hacía unas horas en un accidente de tráfico… 32 años tenía Cristina. ¿Cómo? ¿Qué?, ¡¡No me lo creo!! ¡No puede ser cierto!.
No podía creerme que esto pudiera estar pasando. ¡Qué mierda de vida es esta! repetía mi cabeza una y otra vez…
Estuve deprimida durante meses… pero un día, una mañana al levantarme mi cerebro dió un chispazo. Sí, así como te digo. O fue mi cerebro, o fue mi Ángel de la guarda (aquel que siempre pienso que me cuida, y que puede que sea mi amigo Jorge, porque soy consciente que lo tengo desde que él murió) que me hizo cambiar el chip. Ese día decidí cambiar mi vida, dar un giro 360 grados. Decidí dejar mi trabajo en esos momentos: Visitadora Médica en uno de los mejores laboratorios a nivel Mundial, por no decir el Mejor (que quedaría prepotente). Y cambiar de ciudad. Sí, dejaría mi Salamanca querida para irme a la capital, a la ciudad cosmopolita, con una mano detrás y otra delante. Porque tenía que vivir toda la vida que no había podido vivir hasta el momento, y porque comprendí que Vivir es Urgente.
Mis padres en un primer momento no entendieron nada. Mis compañeros de trabajo se lo podían imaginar porque llevaba meses ya muy rara y deprimida… y mis amig@s se quedaron en blanco y no se lo llegaron a creer hasta que me vieron con el camión de la mudanza (que por cierto llevé yo misma).
Pero esto ya te lo cuento la semana que viene. Lo siento, por cortarte otra vez el capítulo, pero sé que ya te está resultado pesado, jeje.
Te espero el lunes que viene aquí. Y me encantaría leer tus comentarios y que me cuentes si te sientes identificada conmigo en alguna de las cosas que te cuento.
Un besito amig@ y buena semana