Se define como migrante a todas las personas que se trasladan por fuera de su lugar de residencia habitual, ya sea dentro de un país o a través de una frontera internacional, de manera temporal o permanentemente. Inmigrante, son los extranjeros que llegan y emigrante son los nacionales, que se van. Según datos de la ONU, en 2020 3,6% de la población mundial era migrante, esto son 281 millones de personas, si formaran un país, sería el cuarto más populoso del mundo.
Nací en Medellín, la segunda ciudad de Colombia, se encuentra en la parte más ancha del Valle de Aburrá, en la cordillera central de los Andes. Su ubicación hace que la ciudad tenga un cerco natural de montañas. Se ha puesto de moda y después de Bogotá es la ciudad más visitada de Colombia. Los “paisas” estamos convencidos de que no hay un mejor lugar para vivir. Parece que las montañas hubieran conjurado un hechizo que nos indujo a pensar que el universo orbita alrededor de la Bella Villa. En mi clase en el colegio éramos 35 y si alguien había vivido aunque fuera un mes en otra ciudad o en otro país le decíamos ¨la gringa¨, ¨la caleña¨, ¨la bugueña¨…Todas del mismo lugar, creciendo en el mismo lugar y pensando en envejecer en el mismo lugar.
Un día de septiembre de 2018 mi esposo me contó que teníamos la posibilidad de ir a vivir a El Salvador. Mi primera reacción entre asombro y rabia fue preguntarle: ¿A nosotros que se nos ha perdido en El Salvador? Tengo una historia de amor con Medellín de más de 48 años (los que tengo). Me encanta su clima, su gente, sobre todo eso, su gente, lo “montañeros” que somos. Esa palabra que a algunos insulta, a mi solo me evoca calidez, atención, amabilidad, generosidad, autenticidad, tesón, laboriosidad. Las características de la gente que más me gusta. Familiares, leales, celosos, regionalistas, apasionados, alegres, fiesteros. Todos esos que más que sembrados, parecemos soldados a Medellín somos hijos o nietos de inmigrantes, que vinieron de otras partes de Colombia, de otros pueblos de Antioquia o incluso de otros países, buscando un mejor futuro para ellos y sus familias.
Vivir en otro país implica un montón de desapegos emocionales: estar lejos de la familia, de los amigos, de la ciudad que navegas sin GPS, de tu idioma, aunque vayas a un país hispano parlante, las palabras cambian completamente y pocas veces te entienden lo que dices a la primera. Desapegos prácticos: no poder comer lo mismo, pues no se consigue, vestirte diferente por el clima, cambiar tu estilo de vida, tu ocupación, como en mi caso y dependiendo de la situación, retos logísticos, como decidir mudar tu casa, o en cambio vender todo y comprarlo de vuelta en el país de destino, cambiar a los niños de colegio, en fin, la realidad que tenías desaparece y aparecen un montón de decisiones por tomar. Suena abrumador, porque es abrumador.
Ahora te invito a pensar en las personas que migran, no como un traslado laboral, si no por escapar de una situación de hambre, violencia, falta de oportunidades. Buscando seguridad, mejorar sus condiciones de vida, los perseguidos políticos, los exiliados, los refugiados, los que se van con lo que llevan puesto, que el equipaje lo tienen en su bolsillo o en su corazón, pues no pueden físicamente ya que van caminando, remando, escondidos en un tren, llevar nada más…Independientemente de los problemas demográficos, económicos, sociales de recibir inmigrantes en un país, ¿que hace a una persona irse y dejar todo, que lo hace separarse o separar a su familia, que lo hace renunciar a su vida actual, a su profesión?. Despojarse de sus creencias, aprender un nuevo idioma, hacer nuevos amigos, reírse sin entender los chistes, descifrar palabras que no conoce. Empezar a llorar y sentir nostalgia al escuchar ciertas canciones. En mi caso, la tierra del olvido de Carlos Vives y Me Fui de Reymar Perdomo que aunque no describe mi realidad, si la de muchos hermanos venezolanos.
Cuando “fíjese que”, significa que algo anda mal y dependiendo del tono y la cadencia de quien te lo dice, adviertes que no hay solución a la vista. Te ofrecen una “pajilla” y piensas en todo, menos en el tubito para sorber líquidos, pero llegas a Panamá y ya se llama “carrizo”, cuando invitan a tu esposo a “tirar” de la manera más natural, incluso delante tuyo, el queso que buscas en el mercado es el “duro blando”….¿Será duro, será blando?, las cosas no demoran, tardan y no te traen torta para tu cumpleaños, te parten un pastel…Es solo el principio de la vida como extranjero. Espera en la próxima semana mis aprendizajes y lo que ha significado para mi ser migrante. ¡Te espero!