Hola, querida lectora.
Hoy voy a hablarte de una de las preguntas más frecuentes en Filosofía: ¿por qué el todo en vez de la nada? Averiguar por qué estamos aquí o qué sentido tiene nuestra existencia es una cuestión inabarcable, pero voy a intentar dar algunas pistas para que puedas, si estás interesada en el asunto, continuar la investigación por tu cuenta.
Parto de un presupuesto ateo o agnóstico, pues si eres religiosa, según la fe que profeses, el sentido de la vida queda mucho más claro; la mayoría de las religiones ofrecen la esperanza de un mundo post-terrenal, inspirado en la filosofía de Platón, quien en el S.IV a.C dio las bases para el dualismo de la realidad, dividiendo el mundo en sensible, al que conocemos hoy en día como “la tierra” y el mundo inteligible o de las Ideas, el cual conocemos como “el cielo”, “paraíso”, “reino de Dios”, si le aplicamos el filtro cristiano. Cabe anotar que, en esta división, Platón no introdujo connotaciones religiosas, sino ontoepistemológicas (divide la realidad en seres distintos que son estudiados por conocimientos diferentes), a diferencia del cristianismo que, por dar un ejemplo, vemos en la filosofía de San Agustín de Hipona (S. IV-V d.C) que para llegar al reino de Dios tenemos que ser premiados por Él al actuar libremente basándonos en la razón siguiente la ley eterna o ley divina. Si actuamos contra la ley de Dios seremos castigados. La religión facilita encontrar el sentido de la vida, quizá en un mundo que transciende a este.
Pero, si no tenemos creencias religiosas, ¿cuál es el sentido de la vida? Para dar respuesta, una de las muchas que puedes encontrar en la Historia de la Filosofía, voy a basarme en el pensamiento (que no en la vida, ese es otro tema) del filósofo alemán Friedrich Nietzsche (S.XIX d.C), al cual he dedicado casi cinco años de mi vida para realizar mi tesis doctoral. Nietzsche es un filósofo vitalista, esto quiere decir que propone que la vida tiene valor en sí misma, el sentido de la vida es vivirla; independientemente de los obstáculos y dificultades que podamos encontrarnos en nuestro camino la existencia es algo positivo que merece ser experimentada desde la autonomía de la voluntad.
Para que esto se pueda dar es necesario un ejercicio inmenso de reflexión y crítica sobre nuestra biografía y sobre cómo la hemos escrito hasta el momento; las bases de nuestra vida tienen que ser analizadas y sometidas a un juicio personal. En un lenguaje más sencillo, se puede afirmar que Nietzsche aboga por que cada una de nosotras seamos las dueñas de nuestra moral, de nuestros valores y las decisiones que están por venir, y para ello es imperante que hagamos previamente el esfuerzo de analizar los valores morales que han regido nuestra vida hasta el momento y, después de deliberar, preguntarnos si las normas que nos han dirigido han sido impuestas y asumidas como propias por la inercia de la educación familiar, la sociedad, etc.
Es posible que, después de este análisis, encontremos que estamos conformes con nuestros principios, o, por el contrario, descubramos que queremos un nuevo lienzo sobre el que pintar la vida con los colores que deseemos, escogidos con autonomía. Esta última opción es la más difícil de llevar a cabo, pues implica una ruptura, un nuevo horizonte, la posibilidad de vivir como deseemos, y también, no vamos a obviarlo aunque sea incómodo, ser el blanco de críticas de quienes hasta el momento se han sentido confortables con nuestra obediencia. Nietzsche afirma en varias de sus obras que la independencia es el privilegio de los fuertes, refiriéndose al privilegio de ser uno mismo, algo que no tiene precio, y será ese privilegio el que nos permita conseguir la felicidad, el que podemos afirmar que es, para el filósofo alemán, el único sentido de la existencia:
¿Qué es bueno? – Todo lo que en el ser humano eleva el sentimiento de poder, la voluntad de poder, el poder mismo. ¿Qué es malo? – Todo lo que procede de la debilidad. ¿Qué es la felicidad? – El sentimiento de que el poder crece, de que se ha superado una resistencia.
Así pues, la vida son nuestros actos, lo que decidimos hacer con lo que tenemos, con las cartas que nos ha tocado jugar. Pero lo bello de la filosofía de Nietzsche es que nos enseña que las reglas del juego las decidimos nosotras; cada una tiene su propia partida en la que escoge los comodines y las trampas. Superar los obstáculos y dificultades con autonomía, “mirar al sufrimiento de cara y con la frente levantada”, asumiendo que éste es algo inevitable pero que siempre trae consigo una enseñanza, es lo que nos va a permitir llegar al Übermensch (súper-ser humano), y una SúperMujer nunca deja que los demás le impongan el sentido de su vida. Ella lo crea.
Si quieres leer más sobre este tema, te dejo aquí el enlace a mi libro: https://hilosdeemociones.es/product/la-felicidad-mas-alla-del-bien-y-del-mal/
Un comentario
¡Me encanta! ¿Qué sentido tendría la vida si no es vivirla? A pesar de los obstáculos tenemos la opción de coger el camino del optimismo para que nos lleve cada día más cerca de la felicidad . Enhorabuena ❤️