Llevo unas semanas con mal cuerpo, síntomas físicos y también mucho de eso a mi alrededor. “Todo el mundo está igual”, te dicen en el centro de salud y en la farmacia… “paciencia”.
Llevo muchos años en contacto con la enfermedad, no mía no, yo he gozado de buena salud en lo general. Pero fui testigo de un buen tramo de la primera etapa de la enfermedad autoinmune de mi madre, es evidente que no fue lo peor, pero empecé a ver los inicios de la degeneración de su cuerpo. Y luego, la distancia y el tiempo, hizo que lo viera en cámara rápida: la dejaba conduciendo y andando, y a la vuelta ya no conducía, y la siguiente vez ya usaba andadera, y la próxima silla de ruedas… y luego los últimos días, cuando su cuerpo ya no era cuerpo.
Últimamente, ese diagnóstico, esa etiqueta que ella llevó por 30 años, se me presenta en todos lados. En consulta, entre amigos, en las formaciones que hago. Y nada es casualidad.
La historia de mi madre, es mi historia. No llevo su etiqueta, pero ella está en mi vida como una gran maestra. He pasado años reprochando que no se atendió en lo emocional, y hoy eso yo no lo puedo cambiar. Lo que sí puedo es verla desde otra perspectiva.
Porque su historia, es mi historia, y mis emociones con respecto a ella son la oportunidad para que las futuras generaciones no tengan que recurrir al dolor para reparar aquello que quedó pendiente antes. Y la oportunidad está en ver más allá de la etiqueta.
¿Qué te cuenta tu historia?
Tu historia es parte de tu identidad. Pero aquí entra tu poder de decisión, de elegir entre las narrativas del pasado: tu infancia, adolescencia, esos momentos en los que te sentiste abandonada, rechazada, olvidada y un largo etcétera, y poner una nueva narrativa.
Mi narrativa del pasado me cuenta que mi mamá no hizo lo suficiente, y entonces yo como hija entro en el papel de víctima, entro en el reclamo porque no pudo estar como yo quería que estuviera. Y esa fue mi verdad por mucho tiempo.
Pero existe la posibilidad de transformar esa historia que fue mi verdad durante mucho tiempo, en una verdad más amable que permeará a las siguientes generaciones.
Si es tu historia, todo es posible
Al pensar que son los demás los que lo tienen que hacer diferente, pierdes el control de tu historia y de tu vida. Eres tú la que necesita contarse otra historia, pues si te encuentras en una discusión permanente con tu entorno y con tu realidad, quiere decir que estás en discusión con la narrativa de tu pasado.
Si la forma en que te cuentas tu historia cambia, tienes todo lo necesario para transformar tu realidad. Los hechos de tu historia no los puedes cambiar, lo único que puedes cambiar es la construcción que haces a partir de ellos.
Por ejemplo, hoy elijo saber que el diagnóstico con el que vivió mi madre, la etiqueta, era símbolo de una profunda desvalorización que nació con un evento traumático de su infancia. Se volvió en una búsqueda en el exterior de reconocimiento, de aceptación. Pero el entorno nunca le iba a dar eso porque la realidad era que ella no se sentía merecedora, por mucho que se esforzara. Y así se hizo un círculo vicioso entre su esfuerzo y su percepción de que nunca era suficiente.
Para que la historia de mi madre no sea en vano, para que sus propias elecciones (buenas o malas) sirvan a los que venimos detrás de ella. Hoy elijo dejar de ser la otra víctima de su diagnóstico, para aceptar que sólo yo me puedo dar el reconocimiento y el valor que merezco. Y sólo en esa medida, el entorno y mi mundo, me van a recibir con esa misma amabilidad y amor.
Eres tu única esperanza. Tu historia tiene como tarea presentarte una y otra vez las oportunidades para que comprendas que eres la responsable de tu realización, de tu libertad y de tu paz.
Ni siquiera tu pasado, tiene el poder de lastimarte. Sólo lo que construyes a partir de tu historia tiene el poder de destruirte o llenarte de poder para lograr tus más grandes sueños.
Aprende a reinterpretar tu historia y a todos sus personajes. Si tu te atreves, yo te acompaño.
Un comentario
Me he visto tan reflejada en tus palabras, que se me ha erizado la piel y los sentimientos. Mañana leeré tus anteriores textos, me he quedado con una gran curiosidad. Muchas gracias por compartir tus experiencias y sabiduría.