Los paseos por Madrid son infinitos, querida lectora. Hay rincones singulares y lugares por los que pasamos sin tener muy claro su significado histórico. El Convento de las Descalzas Reales es un edificio que está enfrente de El Corte Inglés, en la zona centro, junto a la plaza de Callao, y a simple vista no llama la atención pero su interior esconde verdaderos tesoros ocultos.
Fue fundado en 1558 por Juana de Austria, Princesa de Portugal, Infanta de Castilla. Era hija del Emperador Carlos V y de Isabel de Portugal, su amada esposa. En 1552, cuando tenía 17 años, casó con el heredero del trono de Portugal de cuya unión nació en 1554 el Príncipe Sebastián. La mala fortuna quiso que a los pocos días Juana quedara viuda, de manera que su padre la reclamó como regente de Castilla y Aragón en ausencia de su hermano Felipe II, que estaba de viaje a Inglaterra para contraer matrimonio con María Tudor. Durante los años de regencia, Juana acariciaba la idea de una fundación religiosa donde retirarse para llevar una vida de oración. Su padre lo hizo en el Monasterio de Yuste y su hermano lo haría años más tarde en El Escorial.
El edificio conventual fue en origen un palacio plateresco al que se le añadieron estancias para albergar a sus reales moradoras. Porque además de Juana varias han sido las monjas de sangre real que profesan vida religiosa a través de varios siglos. Cada una de ellas llevaba consigo sus objetos personales y sus colecciones de arte, de modo que lo excepcional es el museo del interior del convento, constituido a base de donaciones. Tanto el vestíbulo como el claustro están llenos de obras de arte, pero lo que deja de verdad sin habla es la fabulosa escalera que da acceso hacia el claustro superior.
Se utilizaron técnicas diferentes (fresco, témpera y óleo) en la decoración. La iconografía subraya la importancia de la eucaristía, con la devoción por los arcángeles y el papel de la monarquía como patrona de las artes y defensora de la fe.
A través de un trampantojo, a tamaño natural, se simula un balcón en donde se pueden ver los retratos de la familia real: Felipe IV con su segunda esposa Mariana de Austria, la infanta Margarita Teresa y el Príncipe de Asturias, el infante Felipe Próspero. Sabemos que la pintura es anterior a 1661 porque en esa fecha el infante murió con cuatro años. La escalera ofrece todo el aparato decorativo efectista y recargado del siglo XVII, esto es del barroco. Es muy llamativo cómo se tiende a aparentar un balcón, una balaustrada, hornacinas, columnas y escudos donde solo había pared lisa. Este efecto teatral da una magnificencia a la escalera ciertamente prodigiosa y llama la atención a los visitantes de manera poderosa.
Mi recomendación personal es asistir a la misa del domingo, a las doce del mediodía, porque las monjas de clausura que todavía habitan el convento cantan algunas partes de la liturgia en latín. Me parece que no puede haber un plan más espiritual en el centro de la gran ciudad.
