Hola amiga,
Estás semanas han sido muy largas y pesadas por el instituto, pero escribir aquí siempre me hace sentirme mejor. Sin más, les dejo por aquí lo siguiente.
Supongo que damos por hecho que estamos bien. A veces nos negamos a buscar o aceptar ayuda por miedo a sentirnos vulnerables y débiles, o simplemente por vergüenza. Yo pasé por eso y a estas alturas sé que puedo hablar del tema con un poco más de fluidez.
El miedo y la inquietud que tenía al saber que sexto de primaria sería el último curso que pasaría en mi colegio. Me aterraba la idea de volver a socializar y no encajar. Los cambios nunca me gustaron. No me gusta cambiar de rutina, aunque me queje, pero prefiero seguir un mismo ritmo que tener que variar.
Pero a decir verdad, y pensándolo bien, me hacía un poco de ilusión. Mis compañeros de clase no eran los mejores y había tenido un montón de problemas con ellos, también con personas de otros cursos y clases. No era una niña problemática, pero tenía límites, si les hacías algo a mis primas o a mi hermana, pues reaccionaba. Por eso también quería alejarme de todo eso y tener un poco de tranquilidad.
Para pasar al instituto teníamos que hacer papeleos, recuerdo que ahí empecé a rellenar mis propios documentos y a ser más responsable con eso. Terminé todo el proceso y lanzaron la lista de admitidos: logré entrar a uno al que no tenía muchas ganas de ir. Por suerte, había gente que conocía y que me caían bien, que iban a estar en ese mismo instituto.
El primer año fue un poco difícil, no a nivel académico, pero como me costaba mucho socializar, ya iba mentalizada en que no tendría muchos amigos. Lo bueno es que me integré a un grupo de chicas que actualmente siguen siendo mis amigas, no todas, pero sí la mayoría. Agradecí bastante haberlas conocido, a pesar de algunos distanciamientos, me enseñaron muchas cosas.
Continuará …