Querid@ amig@,
Hoy es 8 de marzo, el Día Internacional de la Mujer. Y aunque la lucha por la igualdad no se reduce a un solo día en el calendario, quiero aprovechar este momento para rendir homenaje a todas esas Mujeres que han dejado huella en la historia, a las que siguen rompiendo techos de cristal hoy en día y, sobre todo, a la Mujer que me dio la vida y me enseñó a caminar con fuerza y dignidad: mi Madre.
La historia está llena de Mujeres extraordinarias que, muchas veces en la sombra, han cambiado el mundo con su valentía, su inteligencia y su perseverancia. Mujeres que, en tiempos donde sus voces eran silenciadas, se atrevieron a hablar. Mujeres que se levantaron cuando todo estaba en su contra, que lucharon para que hoy podamos estudiar, votar, liderar empresas, ejercer nuestra profesión y decidir sobre nuestras propias vidas.
Pero la lucha no ha terminado. A día de hoy, seguimos viendo a Mujeres rompiendo techos de cristal en todos los ámbitos: en la ciencia, la política, el deporte, la tecnología, el arte, la medicina… Mujeres que, con su talento y su determinación, demuestran cada día que la capacidad no entiende de género. Que ser Mujer no es un obstáculo, sino una fortaleza.
Mujeres como Ursula von der Leyen, la primera mujer en presidir la Comisión Europea, como las astronautas que cada vez pisan más fuerte el espacio, como todas aquellas que han alcanzado posiciones de liderazgo en un mundo que todavía tiende a mirar con recelo el éxito femenino. Cada una de ellas es un reflejo de lo que somos capaces de hacer cuando nos dejan (y cuando no nos dejan, también).
Y en medio de toda esta reflexión, no puedo olvidarme de la Mujer más importante en mi vida: mi Madre. Ella no rompió techos de cristal en una gran empresa ni luchó en manifestaciones históricas, pero su amor y sus valores han sido mi faro en cada paso que he dado. Mi madre, que no tuvo una vida difícil ni tuvo que enfrentarse a grandes batallas laborales, ha estado siempre ahí, apoyándome en cada decisión, en cada tropiezo, en cada victoria. Siempre orgullosa, siempre confiando en mí, incluso cuando yo misma dudaba.
Porque hay muchas maneras de hacer historia. Y aunque el mundo recuerde los nombres de las que conquistaron derechos y batallas, yo sé que la historia de mi vida la ha escrito ella, con su cariño incondicional, con su ejemplo, con la certeza de que una Mujer fuerte no es solo la que desafía al mundo, sino también la que construye un hogar donde sus hij@s se sientan capaces de hacerlo.
Así que hoy, en este 8 de marzo, quiero celebrar a todas las Mujeres. A las que han hecho historia y a las que la están escribiendo ahora. A las que trabajan fuera de casa y a las que trabajan dentro. A las que luchan en grandes escenarios y a las que luchan en silencio cada día. A las que han levantado imperios y a las que han levantado familias.
Porque ser Mujer es un regalo, y aunque el camino aún tiene barreras que derribar, hoy más que nunca, sabemos que no hay techo lo suficientemente alto que no podamos romper.
Feliz Día de la Mujer, amig@. Que sigamos avanzando juntas, con la certeza de que el futuro es nuestro.
Con todo mi cariño, y toda mi fuerza de Mujer