Hola Mujer, gracias por pararte a leerme, a conocerme y a darme la oportunidad de conocerte yo a ti. Hoy como es el primer post tengo que hablarte un poquito de mí, en los siguientes, ya haremos de todo un poco con las palabras como compañeras: las tendremos como amigas, jugaremos con ellas y les daremos su lugar, porque las palabras, tienen muchas propiedades, muchas formas de forjar vidas que iluminaran las nuestras, que nos enseñaran a caminar, a hacer sendas nuevas que nos abran la mente y el espíritu.
Pero bueno, que me lio y os tengo que hablar de mí. Soy manchega, casada muy jovencita, con un marido, una hija y un hijo que son mi luz. Hice un pequeño intermedio literario mientras mis hijos eran pequeñitos, que dediqué a estudiar y formarme por la noche cuando los acostaba. Sabía bien que tener un título pegado en la pared no me iba a hacer mejor escritora, pero por si acaso… Y volví a mis textos, esos textos amados de los que ya no me he separado. Y tengo tantas anécdotas, tantos instantes mágicos para compartir contigo…
Vamos ahora a mi niñez, porque allí todos mis recuerdos están ligados a la fantasía, a las historias que me imaginaba detrás de las ventanas cuando iba por la calle.
Era una niña solitaria, tímida, callada, pero eso era lo que veía y opinaba la gente que me veía desde fuera, porque por dentro yo recorría mundos que nadie conocía y enredaba personajes que aún no habían nacido.
Aprendí a leer a los cuatro años, mi madre (mi primera y adorada maestra) me compraba cuentos y tebeos, que guardaba en una maleta vieja como el mayor de los tesoros. Los fines de semana, abría mi maleta mágica y volvía a leer una y otra vez mis letras, aunque las historias no eran las mismas, porque mi cabecita le daba la vuelta a su antojo, que para eso eran de mi propiedad. El primer relato como tal, lo escribí a los once años y se debió perder por algún lugar de mi infancia, porque nunca he logrado encontrarlo.
Y ahora quiero desgranarte en poquitas palabras lo que vamos a hacer en esta sección. Vamos a darle luz a la vida, si, en próximos post te contaré como desde la adolescencia me acompaña una enfermedad que vuelve los días, pozos negros y gracias a la escritura, me levanto cada mañana dispuesta a vivir y hoy puedo venir a enseñarte a espantarla si se atreve a rondar por aquí; vamos a viajar más allá de donde viven los sentimientos; conoceremos rostros e instantes que nadie nos podrá quitar. Tú y yo vamos a escribir, nos reiremos, nos emocionaremos, desterraremos los malos ratos juntas. Tú y yo, Mujer Cualquiera.
Y aquí te dejo un microrrelato mío, por si me quieres ir conociendo mejor.
MUJER
Regresan tus hermanas de la Piedra, mansos matriarcados que sanan, cuando el vientre y la semilla caminaban a la par.
Te disfrazas con mil caras. Lisístrata sin sexo; Hipatia coronando el ágora sin recelo.
Cabalgas por el tiempo, sin renunciar a tu rango.
Juana Inés reclamando al claustro beberse la mudez de sus libros; Campoamor soñando el voto; Rigoberta meciendo los derechos quebrados.
Eres todas y una, hijas de la misma entraña.
Ahora susurras a gritos.
—¡Sombras, sois sólo sombras, bajo la cárcel del chador!
Y quisieras dormirte en barbecho, cuando la voz alza la mano.
Pero despiertas, le rebanas horas a la vida y te alimentas con ellas, porque siempre te quedará el alma para continuar.