Florecer

8 de enero de 2024

Hola querid@ lectora,

Supongo que estas letras te llegaran cuando ya hayan pasado los Reyes Magos por vuestras casas, pero seguro que aún resuenan las risas de los pequeños por entre las luces del árbol y las figurillas del Belén. Y a los más grandes se les escapa por la piel, una lagrimica de emoción al verlos. Ojalá todos los días del año fueran así de luminosos, pero como eso es una utopía, yo os traigo un poquito de humor, que le he echado a Baltasar en las alforjas para ti. La próxima semana, ya nos pondremos más serias, pero hoy vamos a desterrar lo negro, que también tenemos derecho…

“Mi santa Amparo descendió a devota, después del barullo que formó en mi placida existencia. Casi cincuenta años de feliz desacuerdo no bastaron para quitarle de la cabeza lo del divorcio. Que quería vivir su vida, disfrutar su libertad… pero a mí no me la dio, porque a la semana siguiente de echar las firmas ya bailaba algo más que “agarrao” con un mocito de 68, que por lo visto tenía mejor que yo la próstata y la cartera. Pero bueno, que a mí lo del luto, tampoco me duro mucho, que para duelos y velorios siempre habría tiempo. Eso sí, me cambié a otro club de jubilados, porque entre que uno no es de piedra, para ver a mi Amparo, sobeteándose con el chaval y los chismorreos de las marujas de turno. Con lo de que:

– Ya está aquí el “vitorino”.

Se me venían unos espasmos al cuerpo, que para la úlcera digo yo que no serían buenos, así que empecé a frecuentar el hogar del barrio del sol. Allí la conocí, en una sesión de bingo, entre línea y línea, bajita, con el rostro sonrosado. Quería ser coqueta, aunque la verdad no le salía de natural, igual que los pasodobles los jueves en el baile, que no llegaba a encontrarse los pies.

Lo entendí de maravilla, cuando un compadre me aclaró que Loli (la susodicha), se conservaba mocita, vamos que estaba por estrenar. Y aquello me rebulló por dentro. Bueno pues después de varias sesiones de charla, rumbas y cañitas de cerveza, que cuajamos algo parecido a un amorío y de que nos dimos cuenta, vinieron los besos, los arrumacos… el pelar la pava de toda la vida, vaya. Pero claro ninguno nos habíamos percatado de que con el pasar de los años, Loli en su castidad involuntaria y un servidor en aquel maridaje alechugado, no éramos los mismos. Ella se había endurecido y yo me había ablandado por lo que al llegar el día del debut en lo del uso del matrimonio, iniciado el instante de la consumación, me fue imposible deslodar el atranque. Pero amigo, empecinados en ponernos al corriente en el arte amatorio, ambos a la par, decidí buscarme los apaños precisos en el herbolario de la plaza, porque la farmacia no estaba al alcance de mi bolsillo, ni de mi presión arterial, no fuera a terminar como Paquito Martínez, que en el momento cumbre del asunto se azuleó de tal manera, que a la pobre viuda que tenía debajo le dio un sofocón que casi la palman los dos, ahí enganchados, como dos perrillos, aunque feo esté el comparar.

Bueno que me desvío del tema, que preferí echar mano de la madre naturaleza y me pegué un chute de ginseng y menta, que no se si serviría para el lío, pero la dependienta me aseguró que era “de lo bueno lo mejor”. El caso es que semejante mezcla me tuvo tres noches con los ojos como platos y los bajos más alborotados que un quinto sin bromuro, pero es que, a la Loli, le faltó poco para aplaudir y dar la vuelta al ruedo.

Hoy recuerdo con querencia aquel despepite primero con la ex-mocita, pero es que una vez estrenados, los dos llegamos al acuerdo de aprovechar ese renacer inesperado, que para amarrarse siempre estábamos a tiempo.

No digo yo, qué al llegar al linde de la vejez, no nos entre el azogue mutuo y volvamos a camelarnos, pero mientras tanto, vamos a darle al retozar, que no florece uno todos los días”

Pepi González
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Pepi González

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Hola soy Pepi Gonzálezescritora no sé desde cuando, creo que nací con ello. Estoy entusiasmada con poder compartir mi pasión contigo. Tengo 5 libros publicados, unos pocos audiorrelatos y un puñadito de premios. He venido, Mujer Cualquiera igual que yo, que sueñas con inventar mundos y vidas con un papel en la mano. Quiero traerte relatos, consejos, humor, cualquier cosa que te ayude a dibujar entre las líneas de un folio, tus ilusiones. Y sobre todo me gustaría, enseñarte que en el arte no hay muros, ni fronteras, que nos empuja a salir del momento si se pone negro, del ánimo cuando nos araña. Aquí estoy, preparada para que compongamos, para que soñemos y que creemos “hijos” e instantes literarios de todos los colores. Mi sección: Pepi González: Entre Líneas

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