El árbol de la pena

Matías por fin ha llegado hasta el árbol. Golpea con los puños cerrados y mucha fuerza la corteza áspera, ennegrecida y húmeda del inmenso roble. Ahora ya casi puede sentir el batir de ese otro corazón en su interior; el alma que en su infancia le aportaba la paz buscada tras sus crisis de angustia y miedo. Su madre.

Cierra los ojos y vive de nuevo la relajación que solo encontraba abrazado fuertemente a aquella mujer sufridora y tierna,  tras haber pasado horas de sudores fríos y visiones incomprensibles.

Y ahí estaba otra vez él, abrazado a una pena eterna.

Sus manos ensangrentadas eran testigos mudos de la lucha que acababa de desarrollar en el lúgubre y oscuro bosque de su mente. Batallas imposibles contra todos los fantasmas que acechaban su descanso. Una angustiosa pelea que se prolongaba ya muchos años y que había minado sus fuerzas hasta dejarlo convertido en lo que hoy era, un pobre hombre enjuto de mirada vacía.

De repente, sin motivo aparente siente como sus piernas dejan de temblar; ya no hay miedo, sólo un fuerte dolor en el pecho y una extraña sensación de vacío interior. Y se relaja casi sin darse cuenta por primera vez en mucho tiempo.

   Matías quedó tendido en el suelo del jardín mirando al cielo estrellado. De  su pecho brotaba ahora una sangre negra y caliente, producto de un corazón enfermo y atormentado por la culpa.

Cerró los ojos y vio a su madre.

   Hoy en los diarios matinales de todo el país se podía leer la noticia:

   ‹‹En el día de ayer, el joven M.P. fue abatido a tiros por la policía en el jardín del hospital psiquiátrico de Nimes donde se encontraba internado. Diagnosticado de esquizofrenia severa tras asesinar a su madre, fue ingresado en una celda de seguridad en el ala de peligrosos del citado centro de donde no había salido en los últimos 10 años. Aprovechando el descuido de una empleada, y cuando la asistente de enfermería L.B. entró en su habitáculo por error, el paciente se dio a la fuga. Tras confundirla con un espectro –según aseguraron a los agentes algunos testigos aterrorizados– recorrió los pasillos del hospital pertrechado con un cuchillo amenazando e hiriendo a miembros del personal sanitario y otros pacientes.

“Se cree que el arma la pudo haber sustraído hace tiempo, –declaró el director del hospital a los medios que se habían acercado al lugar de los hechos en la noche de ayer– pero que la guardaba escondida en su celda hasta tener oportunidad de utilizarla.”

»Tras más de dos horas de pánico, durante las cuales amenazó, agredió y atemorizó a todos los indefensos que se cruzaron en su camino, la policía pudo por fin detenerlo gracias al valor y coraje de un agente que se interpuso en su camino. Lamentablemente, este joven miembro de la gendarmería de Bourgoin Jallieu,  tras verse amenazado de muerte por el psicópata, hizo uso de su arma reglamentaria acabando con la vida del interno.

La situación se saldó con tres heridos por arma blanca, uno de ellos el propio gendarme, y la muerte del parricida». (Le Dauphine, martes 21.3.2023, pag.15)