Hola mis amigas de letras. Hace unos días hablando con unas compañeras de cómo puede afectar a una persona que la llamen minusválido o discapacitado, sobre todo a un niño, empecé a pensar si las letras podrían ayudar en ese tema. Y creo que sí.
“Hola, me llamo Lolo, tengo ocho años y una armadura de fuego para las piernas que mamá guarda, en el armario empotrado de la entrada. Me lo habían prometido desde que era pequeño, hace lo menos seis o siete meses, cuando el “Orejas” me empezó a fastidiar. Primero solo me tiraba de los pelos a la hora del recreo, que me arrancaba cada “puñao” que por poco me deja como al padre del Toñete, que parece su cabeza una bombilla encendida de lo que le llega a relucir.
Bueno que se me va la “olla” como a la yaya. Estábamos con lo del “Orejas”, que es un crío con muy mala uva. Cuando me metieron en el equipo de baloncesto del colegio, amenazó con dimitir y claro como él es de los más altos, porque ha “tripitido” y nos saca lo menos dos cabezas a los demás, (a mí más, como voy sentado en la silla) pues al entrenador le entró el “canguelo” y me hizo “chupar” banquillo y no crean que yo me enfado, no, porque claro como estábamos a punto del partido de vuelta de los “marinenses”, tampoco era cosa…
A la Trini no le hizo ni pizca de gracia, porque me tiene mucha solidaridad (creo que se dice así) y es que a ella también se la tiene jurada, total porque lleva alambres en los dientes. Ella dice que es para ponérselos en su sitio, aunque yo creo que no le hace falta, porque los tiene todos dentro de la boca.
Ahora está bien contenta, porque le ha prometido a su madre que con la paga de verano va a dar el primer plazo, para que le pongan un aparato de esos transparentes, ¡pues solo le falta eso para estar guapa!, porque es la tía más chula de la escuela.
¡Ay! Que va a llevar razón el Toñete, que me parece que me voy a enamorar.
Pero bueno a lo que vamos, a lo de mi armadura. A mí antes me daba lo mismo porque yo en mi silla de ruedas, subo por la rampa del “cole” como una bala. Y desde que la Trini se puso junto a mí en el pupitre, lo de la escuela me gusta cada vez más y mira que a veces lo del sistema decimal se me atranca, pero le miro a los ojos a ella y como le echan chispitas cada vez que pestañea…
Yo creo, que le voy a pedir la mano a su padre, no sé muy bien qué es eso, porque a mi me gusta entera, no solo la mano, pero la “yaya” me dijo que es lo primero para echarse novia.
Hoy voy a estrenar mi armadura, lo he decidido ¡como brilla la “jodía”! (otra vez metí la pata, pronto me dicen lo de lavarme la boca con jabón) me encanta, cuando me la probé parecía Robocop. Y ya ves, todo fue porque el “Orejas” me dijo aquello de “pobre inválido” ¡si yo valgo para cualquier cosa! Pero al poco tiempo mis padres, me plantaron por delante esta coraza, qué de verdad, es del color de la lumbre que hace la “yaya” cuando vamos al “mataero”. Y además tiene toda la forma de mis piernas, eso es que es de diseño.
Ahora se va a enterar el “Orejillas” quien es el invalido, que como dice mi madre, eso de las minusvalías es un cuento chino, que las almas, todas caminan igual de deprisa. Tampoco sé lo que quiere decir, pero ¿a qué suena bonito?
Bueno voy a dejar la charla y le voy a decir a mamá que me ayude a plantarme mi armadura, que va a venir la Trini a hacer los deberes y quiero estar bien guapo y el “Orejas” con la tontería esa del inválido, que se chinche, que se va a quedar de piedra cuando me vea”