Enfrentando la Sombra del Abandono: El Viaje hacia la Autoaceptación

María, es una mujer de 40 años, quién a primera vista, parece que su vida es el retrato del éxito: una posición destacada en una multinacional, madre de dos hijos en edad escolar, una apariencia siempre impecable. Pero bajo esta fachada de perfección, María lleva una carga invisible, una herida profunda que ha marcado su vida: el miedo al abandono.

 Este temor no es solo una sombra pasajera en su existencia; es un eco constante de sus experiencias pasadas y presentes. Desde pequeña, María sintió que debía esforzarse por ser amada, por ser suficiente. Esta necesidad de aprobación se convirtió en el guion de su vida, llevándola a una relación donde, a pesar de su éxito profesional, se siente diminuta, atrapada en las exigencias y manipulaciones de una pareja narcisista.

 María representa a muchas de nosotras. Su historia es la narrativa de una lucha silenciosa contra la herida del abandono. Esta herida, a menudo invisible para el mundo, se manifiesta en sus relaciones, en la forma en que interactúa con los demás, y crucialmente, en cómo se ve a sí misma.

 La relación de María con su pareja es un reflejo de esta lucha interna. A pesar de su fortaleza en el trabajo, en casa se encuentra en una dinámica de sumisión, buscando constantemente la aprobación de su pareja, temerosa de ser abandonada si no cumple con sus expectativas. Este patrón es común en quienes llevan la herida del abandono. Se vuelven actores en un drama no deseado, interpretando un papel que creen necesario para ser queridos.

 Pero ¿qué sucede cuando María mira más allá del espejo de su relación? En su trabajo, vemos a una mujer diferente: empoderada, decisiva, respetada. Es aquí donde la herida del abandono se cubre temporalmente con la máscara del éxito profesional. Sin embargo, este éxito no sana la herida; simplemente la oculta.

El abandono es más que la ausencia física; es la sensación persistente de no ser suficiente, de que el amor y la aceptación están condicionados a ser alguien que no es. Para María, y para muchas como ella, como nosotras, este miedo se convierte en una prisión emocional.

 La herida del abandono no se cura fácilmente. Requiere un viaje de autoconocimiento, de enfrentar los miedos y de aprender a amarse a una misma. Este viaje no es lineal. Hay días de avance y días de retroceso. Pero cada paso que se da hacia la autoaceptación es una victoria sobre la herida del abandono. El objetivo no es solo liberarse de una relación tóxica, sino reencontrarse consigo misma, reconstruir su autoestima y redefinir su vida en sus propios términos.

 Todo esto nos enseña una lección valiosa: que enfrentar nuestras heridas más profundas es un acto de valentía. No es un camino fácil, pero es un camino hacia la libertad. La herida del abandono, con sus sombras y ecos, no tiene que definirnos. Todas tenemos la fuerza para embarcarnos en este viaje de sanación y descubrir, al final, quiénes somos realmente.

 Si te identificas con la historia de María y estás luchando con tu propia herida del abandono, recuerda que no estás sola en este viaje. La sanación es posible, y el primer paso es reconocer tu valor y buscar el apoyo que mereces.

No esperes más para ser la protagonista de tu propia historia. Estoy aquí para apoyarte.