Hoy salimos a pasear por el espacio urbano conocido como Paisaje de la Luz, que fue inscrito en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2021. Se trata de una parte de la ciudad de Madrid que comprende el Paseo del Prado y el Buen Retiro, dentro de un complejo Paisaje de las Artes y las Ciencias. Esta distinción significa un orgullo para todos los madrileños (y visitantes) que adquirimos el compromiso ciudadano de conservarlo y mantener su valor universal excepcional para las generaciones futuras. El Paisaje de la Luz se reconoce como “paisaje cultural” porque engloba museos e instituciones con significado histórico que interaccionan entre el ser humano y la naturaleza.
Se admira en este fragmento urbano que es el primer paseo arbolado de una capital europea, prototipo de alameda hispana que se difundió rápidamente por todos los territorios hispanos a un lado y otro del océano. En los aledaños del Paseo del Prado están los jardines del Buen Retiro y el Real Jardín Botánico. Pero no acaba aquí. El conjunto adquiere importancia por el derroche de museos e instituciones culturales, científicas, políticas y económicas que se encuentran desde la glorieta de Carlos V (Atocha) hacia la plaza de Cibeles: la propia estación ferroviaria que data de 1851, el magnífico edificio del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el Museo de Antropología, el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofia, el Jardín Botánico ya mencionado, el centro cultural CaixaForum, el Museo Nacional del Prado, el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, el Palacio de la Bolsa de Madrid, el Museo Naval, el Museo de Artes Decorativas, la sede principal del Banco de España y el Palacio de Cibeles, sede del Ayuntamiento de la capital.
Pasear por este fabuloso eje madrileño significa apreciar las cuatro fuentes, conocidas como Las Fuentecillas, diseñadas por el arquitecto Ventura Rodríguez y ubicadas en un cuadrado imaginario en la plaza de Murillo, así como las más famosas fuentes de Neptuno y La Cibeles, que dan nombre a sus respectivas plazas. No muy lejos de allí, los jardines del que fuera el antiguo conjunto palaciego del rey Felipe IV, albergan el Real Observatorio Astronómico de Madrid y la Real Fábrica de Porcelanas del Buen Retiro además de 125 hectáreas de parque con árboles centenarios y un extraordinario número de especies vegetales para solaz de los paseantes acostumbrados a caminar por la ciudad. Los expertos destacan la biodiversidad única en su entorno, un verdadero pulmón verde que facilita refugio térmico en días de calor extremo. Todo este patrimonio medioambiental crea un ecosistema habitado por decenas de especies animales, aves y pequeños mamíferos que dotan al área de una vida intensa, muchas veces desconocida.
Este conjunto urbanístico singular es en realidad el reflejo de la sociedad cambiante de la capital, donde se han unido lo popular y lo cortesano, las artes y las ciencias. Tiene un enorme poder de concentración ciudadana y está esperando que nos acerquemos a alguno de sus rincones. Quiero recordar desde estas líneas que el Paseo del Prado se convierte en peatonal todos los domingos desde las 9.00 de la mañana hasta las 16.00, y darse una vuelta a pie por allí es una buena excusa para comprar un libro de segunda mano en la Cuesta del Moyano o tomarse el aperitivo con calma en alguna de las terrazas del Barrio de las Letras. ¡Un planazo!