Por circunstancias especiales me encuentro paseando unos días por Lima, Perú. En este país, querida lectora, se celebra el día de la madre el domingo 12 de mayo. Durante los muchos paseos que he dado por la ciudad he notado que esta celebración se vive aquí más intensamente que en España, donde acaso haya quedado relegada a una fecha estrictamente comercial. Sin embargo, en Perú la maternidad y la generación de la vida son conceptos muy ligados a las creencias ancestrales. La antigua mitología mochica hace 1500 años ya celebraba en sus rituales el momento del calendario agrícola en que, mediante la unión de fuerzas opuestas y complementarias (femenino-masculino) permitía la regeneración de un nuevo ciclo. La madre tierra alimenta y nutre a sus hijos. La nueva vida crece y también da frutos nuevos, todo lo cual asegura la continuidad de la comunidad.
La cerámica es una forma artística que permite conocer las representaciones de las ideas de este antiguo pueblo. La potencia creadora de la tierra, la Pachamama o madre tierra, aparece modelada de tal manera que el órgano genital de la vulva se ve enorme.
Ese orificio es tanto de ingreso como de salida de los líquidos vitales. Simbólicamente los cuencos cerámicos se vuelven el vehículo para que los líquidos fluyan al interior del cuerpo como cuando la mujer es fecundada y también para que fluyan al exterior como ocurre en el momento del parto. La mujer es representada en las vasijas como si fuera receptora. Si se vierte líquido en el cuenco, desaparece absorbido por el cuerpo femenino, quedando el cuenco seco y el interior de la mujer humedecido. Si una persona bebe de ese cuenco esta acción se podría entender como una actividad de sexo oral hacia la mujer.
De este modo, el cuerpo de la mujer se considera recipiente portador de vida humana y sus líquidos simbólicamente fertilizan la tierra cultivable. La diosa tierra es la madre de todos los seres humanos.
También en el siglo XXI, con todo su cultura tecnológica de última generación, es inevitable referirse al ritual de la vida. En Perú lo celebran a través del día de la madre. Las madres son veneradas porque son portadoras de vida por derecho propio, pero también son las transmisoras de las tradiciones, de las canciones cantadas a los niños y de la cultura de la paz. Madre universal, madre tierra, diosa Pachamama, abuelas y madres de todos los tiempos. En Lima el homenaje que se les hace es fervoroso. En las calles, en las casas particulares y en las instituciones esa veneración se traduce en flores, globos, corazones, bombones y guirnaldas que se regalan a las madres. Las felicitaciones se repiten de manera constante porque es un día muy importante.
Quizá a ojos europeos estas manifestaciones ingenuas de sentimiento pueden verse con un punto cándido. Pero mejor nos iría en nuestra latitud si hiciéramos pública la reverencia a las madres. El amor maternal es universal. Hay cosas que no cambian de una cultura a otra.