Carta de una Amiga, Maestra y Escritora: Pepi Gonzalez

Hola mi querida Elena, 

Estoy echando un vistazo a la revista y te felicito, porque has creado emoción, risas, consejos… Has echado la vista a infancias únicas y estoy segura que tienes en la cabeza, futuros muuuy especiales para soñar y compartir.

Voy a intentar llevarte a pasear conmigo, desde aquellos días donde mi Madre querida me enseñó a leer cuando aún no había cumplido los cuatro años y camino del colegio leíamos los letreros de los comercios y negocios para ir practicando. Recuerdo una maleta vieja llena de tebeos y cuentos, donde escarbaba pedacitos nuevos de letras, porque eran siempre los mismos, la economía en aquellos tiempos no daba para más, pero aquel era mi único y mayor tesoro y si había que inventarse una historia nueva colgada de las mismas viñetas se hacía y los personajes se vestían por dentro y por fuera de una nueva vida, que a mí me hacía crecer, aunque los demás no sé dieran cuenta. 

Fui una niña solitaria y tímida porqué mis días entre las páginas roídas me alimentaban lo suficiente. Jugaba con mi muñeca de comunión, disfrazándola a cada momento de heroína o villana, según como hubiera amanecido mi imaginación. 

Escribí mi primer relato a los once años, aunque nadie lo leyó porque “eran cosas de niña”:

– Anda nena vete a la calle a jugar con las demás chiquillas.

Pero es que las demás chiquillas vivían en otro mundo que no estaba hecho de tinta y papel y ese a mí no me empujaba a saltar por encima de las adversidades de una niña “rara”. 

Y la rareza continúo devorando libros prestados y escribiendo letras con el rostro mejor dibujado cada vez. Me casé muy jovencita, tuve dos hijos e hice un paréntesis en mi vocación, porque una chiquilla (después de casarme, todavía crecí) criando a dos cielos revoltosos, tenía mucho que aprender. Estudié después de tener a mis hijos. Por las noches cuando ellos dormían, yo soñaba y mi espíritu, me empujaba a forjar de nuevo vidas que nunca había vivido, pero que paría cada vez que cogía el bolígrafo. 

Empecé a mandar textos a concursos y mi viaje literario se alió conmigo y gané el primero. Los sueños entonces se multiplicaron, crecieron y me empujaron a ser parte de mis protagonistas hasta el punto de estar escribiendo y mi marido “despertarme”:

-Deja eso para mañana, que por hoy ya está bien.

Y era que yo estaba llorando entre las Cicatrices de una Mujer maltratada, como si yo misma tuviera la voluntad y el cuerpo hecho pedazos.

Continué escribiendo relatos y hace unos doce años me animé con una novela (tiene una historia que no cabría en este resumen, otro día le tocará a ella si te apetece). He escrito sobre la guerra civil, la prostitución, los topos de posguerra, la transexualidad, el maltrato (me da igual como se le nombre, a mí solo me importa el dolor). Cualquier tema que pueda denunciarse ahí están mis letras, solo poseo eso, pero te prometo que lo aprovecho en cada uno de mis libros. 

Me apasiona la prosa poética, el género costumbrista y la novela negra, aunque intercalo puñados de sensibilidad y lugares e instantes reales por donde el personaje me lo va pidiendo.

Supongo que estarás cansadísima del rollo que te estoy soltando, ya casi termino, solo te cuento una anécdota que viví y en lugar de desanimarme, me hizo sentirme guerrera de mi vida de papel:

“Hace muchos años, en una entrega de premios, donde yo recibía el primero, se acercó a mí uno de los miembros del jurado, un señor escritor muy “enseñoreado” y me dijo muy serio y cargado de razón:

-Escribes muy bien, pero nunca llegarás a nada, porque eres muy joven y además Mujer.

Yo con ese atrevimiento que da la juventud y mi vocación a cuestas, le contesté:

-Pues lo de la juventud se arregla con dejar pasar el tiempo, pero lo de ser Mujer, afortunadamente no se puede cambiar”

Perdona la extensión de mi texto, saca lo que te apetezca de él y úsalo como quieras y el resto seguro que tienes alguna papelera cerca ja, ja. Ah y la cosa no termina ahí, me he atrevido, a mandarte dos relatos para que conozcas mi estilo, si tienes un ratito para leerlos.

Un abrazo fuerte, fuerte, compañera, guerrera, amiga…