El sueño desmaya al corazón herido
y tiñe en sonrisas las soledades.
El dolor no quiebra las furtivas lágrimas
que parecen no haber existido.
El amor ya no grita,
la ilusión no sufre,
los latidos ni se quejan.
La paz aparenta perpetua
y prepara el verde terreno fértil
para semillas que ansiosas esperan
redimirse en violetas flores
o mariposas de seda,
para esparcir al mundo
inmunidades a las penas.
El día amaneció paciente, iluminado,
alguna inocente y plateada nube
tímida se queda tiesa a lo lejos,
temerosa a que el sol le prohiba la entrada,
y la felicidad aprovecha más que nunca,
está ansiosa, vigorosa e inquieta
necesitando besar urgente
a todos los corazones heridos,
desterrando sus amores perdidos.
El sueño produjo el milagro,
los recuerdos ya no cuentan,
diamantes de esperanzas
se adueñan de los destinos,
en este cotidiano sueño,
sueño que he de despertar,
donde el amanecer será soleado
y el hoy, sí que merece ser vivido.