Paseo Cultural con Matilde: Día 2
Una iglesia Románica Cualquiera
Hola querida lectora,
Hace unos días estuve dando un paseo por Salamanca, una ciudad llena de arte y cultura como bien sabes, muy hermosa. Por casualidad encontré una iglesia románica, de pequeñas dimensiones y casi desconocida, que me llamó la atención. No tiene los arcos escarzanos ni los retablos churriguerescos ni los pináculos para dar altura que tienen otros edificios emblemáticos salmantinos, esos que se distinguen por su prestancia y su belleza. Carece de la elegancia toscana del pórtico del convento de San Esteban y de la riqueza de las famosas catedrales. No tiene nada de esto. La iglesia de Santo Tomás de Canterbury es una iglesia discreta que, como puedes deducir por su nombre, está dedicada al culto anglicano desde hace poco tiempo.
Es una iglesia oscura y achaparrada, del siglo XII, con ventanas ciegas con arcos de medio punto en el exterior. Desde la entrada se ve claramente que el maestro de obras tuvo sus dudas a la hora de colocar la clave central del arco de la cabecera. Eran los titubeos normales de los primeros constructores, que si hacían el edifico demasiado alto llevados por su osadía corrían el peligro de que se derrumbase. Por esta razón el arco del presbiterio se corrigió sobre la marcha y la dovela central está desplazada para cambiar la altura. El resultado es que da la sensación de que el arco estuviese mal hecho, algo torcido, como si el maestro de obras no conociera bien su oficio.
La iglesia tiene poca decoración interior. Delante del altar mayor hay una sencilla bóveda de arista que amplía un poco el espacio. Está formada por cuatro nervios que descansan sobre ménsulas con formas de cabeza humana, que simbolizan los cuatro elementos de la naturaleza: el aire, el agua, la tierra y el fuego. La intersección de los nervios en el centro de la bóveda tiene como símbolo el éter, el elemento más puro y la zona más cercana a Dios porque está por encima del cielo. En una hora muy concreta, un rayo de sol penetra por la ventanita del ábside y se posa estratégicamente en el centro del suelo. Reina el ambiente espiritual.
El altar no tiene ninguna imagen de Dios o la Virgen, siguiendo los preceptos anglicanos. Lo más llamativo es que a la derecha del predicador, se encuentra una pieza original mozárabe, un relieve enmarcado por una cenefa con decoración floral. En este relieve se ven esculpidos toscamente los símbolos de la pasión de Cristo: a la derecha un ángel sujeta los clavos y el látigo de tortura, y a la izquierda otro muestra la corona de espinas.
El templo tiene, además, otros elementos decorativos de metal, ya más modernos, como un pez que fue símbolo usado por los primitivos cristianos, y un alfa y omega, principio y fin de todas las cosas, según el relato bíblico. El conjunto me ha parecido una visita que merece la pena porque está fuera de los circuitos más conocidos. La modestia de esta pequeña iglesia es su atractivo. Como casi siempre ocurre, mi querida amiga.
Matilde González López
Soy Matilde. Durante toda mi vida laboral he compaginado trabajo, viajes, lecturas y estudio. Mientras saltaba de un avión a otro tuve dos niñas -ahora dos jóvenes-, me doctoré en historia del arte, escribía y hacía cursos de cocina. Mi sección se va a llamar “Paseo cultural con Matilde” y en ella comentaré exposiciones, museos, piezas artísticas, películas, monumentos, gastronomía, etc. Acompáñame los jueves, te estaré esperando.
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