Confesión

Tengo miedo, mucho miedo, más incertidumbre que en toda mi vida.

Mi relato no es nítido, es como que no puedo plasmarlo de una forma clara.

El vino, la comida basura y el sexo sin ganas, me provocan unas terribles náuseas que trato de evitar por el bien de mi peso corporal, por el que hace tiempo que lucho, con tal de que suba el número de la báscula y no sentirme un bicho palo enfermizo.

No es culpa de mi marido, es culpa mía, por no ser al 100% sincera y decirle que no me atrae, que me duele más darle un beso que dejarme penetrar por él. Me dejo follar con tal de que se duerma tranquilo y pueda entonces encontrar transitoriamente mi espacio, escribir, sentir e incluso soñar. Pero no siempre lo tengo, porque en unas horas la pequeña se despertará y me tocará dormir (es decir no dormir) en su pequeña cama. A veces 

hasta lo agradezco, con tal de no compartir lecho con él y no rozar sus pies con los míos.

Mi marido no es un maltratador, ni mucho menos, nunca me ha forzado físicamente a nada. Pero inconscientemente me siento presionada, no es culpa suya, es culpa de mi cobardía.

Tenemos dos niñas, la razón de mi vida y es ahí donde mi libertad se trunca.

Es buen papá, como familia estamos bien, pero como pareja hace tiempo que me desencanté. 

Desde que nació nuestra primera hija me sentí profundamente sola y JAMÁS en términos 

maternales me he sentido apoyada por su parte. Creo que he vivido la maternidad de una forma  preciosa y afortunada dado el tiempo que he podido disfrutar de mis hijas. Pero no me sentido apoyada por mi pareja en ninguno de los dos post partos, lactancias… o bien en otros aspectos como mis frecuentes recaídas en el TCA u otras situaciones delicadas en las que no ha estado a la altura.

Le advertí en varias ocasiones a modo de ultimátum, incluso se lo hice constar por escrito, con tal que de que todo quedara más claro, que ya no podía más y cuando finalmente estallé y le quise dejar de verdad, realmente decidió cambiar.

Pero ya era tarde, por mucho que intente quererlo, no me sale. ¿Qué hago? Me aconsejan que lo intente, que le dé una oportunidad dada sus claras intenciones por avanzar. Pero joder, no me sale, no hay más, no me apetece, siento una tremenda pereza y frustración.

A raíz de mis operaciones por cáncer en fase embrionaria de cérvix, las complicaciones 

posteriores por hemorragias varias, destetes, etc y el ZERO apoyo que sentí por parte de él, 

empecé a ser consciente de que todavía soy muy joven como para estar con una persona que no quiero, el resto de mis días por el “simple” porvenir familiar. 

Que quizás ya es hora de volver a reencontrarme como Mujer y no limitar mi vida exclusivamente al rol de madre.

Pero me muero de miedo cuando pienso si realmente se puede materializar esa (¿ansiada?) separación, la opinión de sus padres, de los míos, de nuestros círculos sociales, sinceramente me aterrorizan. Pero coño, tengo solo 33 años, ¿qué demonios debo hacer?

Me apetece volar, criar a mis hijas con amor, no por una obligación latente 24/7. No dar mil 

explicaciones cuando me voy unas horas fuera, ya sea a pintarme las uñas, comprar ropa para las niñas o ver a las chicas.

Yo, socialista de cuna, tristemente feminista de postín. Acabé pariendo con 28 años y cuidando de mi casa gracias al amparo de mi particular patriarcado familiar (al que por muchas cosas que les pueda reprochar, les debo la vida eterna.