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Pepi González “Entre Líneas”: Los ojos de mi Padre

Pepi González “Entre Líneas”: Los ojos de mi Padre

Los Ojos de mi Padre

En este día y con estas letras queremos agradecer la fortuna que representa tener un buen padre. Reconocer que siempre es la montaña que apoya y cobija, el que llena la vida de sus hijos con recuerdos hermosos. Cuando dice si y cuando dice no, porque ambas cosas necesita un niño. Y él lo sabe. 

Hoy queremos dar las gracias a todos los padres de sangre y corazón.

 LOS OJOS DE MI PADRE

“Se lo llevaron al frente, talludo ya, cuando la escarcha se comió la sementera, él que no era ni de un color ni de otro, salvo el de escarbarle a la tierra algo que fuera medio regular, para echarle al puchero de la lumbre que coronaba el chozo. Se fue sí, con los ojos de los suyos agarrados a su mirada. Los primeros los de la esposa que sabía bien claro lo que podía o no podía pasar, aquel arrancarle a su marido y cambiarle la azada por la bayoneta, Después los de los hijos varones, que por muy poco no entraron en la “quinta del biberón” a defender a una España herida por los aires de la guerra. Todos los ojos le dolían al hombre, pero los que más, sin poderlo remediar los de su María, aquella chiquilleta tan ansiada, que después de tanto varón le había hecho sentirse padre completo. 

Los grandes por grandes iban a echar de menos la voz recia pero paciente, que su padre no era uno más y se dejaba las manos llenas de grietas cavando la vida en el campo para enseñar a sus hijos, para que mientras gastaban el tiempo en aprender, el amo que los tenía empleados, no notase perdida ninguna al recontar la cosecha. Y la pequeñita con la madre, sin percatarse apenas de lo que había llegado a sus días, revoloteando por alrededor de las cuerdas de la ropa, agarrándose a las ubres de las cabras para sorber golosa la leche tibia. Y cuando le daba el olor a padre, porque los padres si son buenos huelen a cariño untado en sudor del campo, bailaba en el aire con el primer abrazo que le daba al regresar de la faena. Y el domingo al cobrar el jornal semanal, echaba al bote viejo de conserva que tenían en la balda de encima de las sartenes, las cuatro perras gordas que conseguía ahorrar paseándose con su mujer y sus muchachos a la orilla del camino, en lugar de emplearlos en la tasca, en el poco vino aguado de estraperlo. Cada semana echaba los cuartos un hijo para que todos aprendieran igual las costumbres honradas. Y al acabar siempre decía lo mismo mirando a su mujer:

-A ver si podemos juntar para darles algo a estas criaturas el día de mañana, que tú y yo precisamos poco.

La madre sonreía y él sentía que aquello de ser padre era el mejor regalo que el cielo le había podido dar.

Por eso ahora, con la bayoneta al hombro, sin saber si volvería a verlos o no, se echó sus ojos al bolsillo del alma y se fue a ver si España entraba en razón y le dejaba acabar de criarlos”

Pepi González

Hola soy Pepi González, escritora no sé desde cuando, creo que nací con ello. Estoy entusiasmada con poder compartir mi pasión contigo. Tengo 5 libros publicados, unos pocos audiorrelatos y un puñadito de premios. He venido, Mujer Cualquiera igual que yo, que sueñas con inventar mundos y vidas con un papel en la mano. Quiero traerte relatos, consejos, humor, cualquier cosa que te ayude a dibujar entre las líneas de un folio, tus ilusiones. Y sobre todo me gustaría, enseñarte que en el arte no hay muros, ni fronteras, que nos empuja a salir del momento si se pone negro, del ánimo cuando nos araña. Aquí estoy, preparada para que compongamos, para que soñemos y que creemos “hijos” e instantes literarios de todos los colores. Mi sección: Pepi González: Entre Líneas

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